Este Liverpool, rival del Madrid en la Champions, no es el mismo equipo intratable que despidió el año 2008 en la Premier. El empate de ayer ante el rival de la ciudad, el Everton, no permite a los reds recuperar el liderato que ocupa en estos momentos el Manchester, empatado a puntos pero con un partido menos. Y la sensación de que este año no pinta igual que el anterior la podría firmar el mismo Fernando Torres, que esta temporada sólo lleva cinco goles cuando la campaña anterior firmó 24 tantos.

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El delantero madrileño no está teniendo suerte con las lesiones ni de cara a portería. Su ocasión más clara ayer se marchó al palo en el minuto 27. Por este motivo, el Liverpool tuvo que encomendarse a su scouser (nativo de Liverpool) por excelencia, Steven Gerrard. El capitán de los reds representa lo mismo que Raúl para el Real Madrid y por muchas estrellas que puedan fichar un equipo y otro, los dos acuden al rescate en los momentos de apuro.

Cuando el partido estaba más difícil, en el minuto 67, cuando el Everton reclamaba un penalti de Skrtel a Anichebe, cuando los Toffees empezaban a fantasear con la idea de quitarle los tres puntos al eterno rival, en ese instante fue cuando apareció el alma de este equipo: Gerrard. Una arrancada desde el centro del campo y un zurriagazo de los suyos más allá de la media luna del área desataron el delirio por unos minutos. Benítez, en un cambio amarrategui, decidió sustituir a Torres por Leiva. Fue entonces cuando apareció Arteta, a balón parado, y la cabeza de Cahill. El Liverpool encadena dos empates consecutivos en 2009.