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Liga BBVA | Real Madrid

"Juro por mi honor..."

Calderón despide a Luis Bárcena y Nanín por considerarles culpables de infiltrar en la Asamblea a amigos que no eran compromisarios

Enrique Ortego
Actualizado a
Ramón Calderón y sus compañeros de Junta.

La Junta Directiva del Real Madrid despidió ayer a Luis Bárcena, director general del Área Social y a Mariano Rodríguez de Barutell, conocido en el club como Nanín, director de Palcos y Explotación de Instalaciones, por considerarles culpables de haber infiltrado en la Asamblea General del club celebrada el pasado 7 de diciembre a un mínimo de diez personas que votaron los distintos puntos del orden del día sin tener derecho a hacerlo porque no eran compromisarios.

Ramón Calderón negó ayer por activa y por pasiva tener conocimiento de los hechos y repitió hasta la saciedad que no está dispuesto a dimitir y tampoco a convocar elecciones anticipadas. Ante la reiteración de las preguntas al respecto reconoció, eso sí, que no tiene pensado presentarse a unos nuevos comicios. "Me queda poco", dijo.

Según ha podido saber AS, la intención del presidente es terminar lo mejor posible en su cargo la temporada y a partir del 30 de junio replantearse su futuro. Ayer no descartaba convocar las elecciones en verano. Ésta fue, precisamente, la recomendación que le ofrecieron muchos de sus allegados, que se preguntan "si es mejor un ambiente preelectoral hasta final de temporada o el de guerra civil que ahora vive el club".

El diario Marca denunció el martes presuntas irregularidades en la Asamblea madridista y el miércoles identificó con fotografías, nombres y apellidos las identidades de diez falsos compromisarios que votaron indebidamente. Cuatro de ellos no eran ni socios del club. Ante las primeras informaciones que acusaban a Ramón Calderón de "robar la Asamblea", la entidad convocó el martes una conferencia de prensa en la que compareció Luis Bárcena.

Escudo. El director general se responsabilizó directamente de todo lo concerniente a la organización de la Asamblea, exculpando al presidente y al resto de sus ex compañeros de Junta de cualquier responsabilidad. También anunció que el club comenzaría una "rotunda investigación" para confirmar los hechos que se apuntaban en la información.

Ayer, tras conocer con exactitud las irregularidades cometidas en la Asamblea, Calderón tuvo que afrontar su responsabilidad como presidente y volvió a convocar a los medios para, en esta ocasión, dar la cara directamente con el respaldo, detrás de él, de los once miembros de su Junta.

Su rostro, serio y desencajado, dejaba entrever que esta comparecencia pública coincidía con su peor momento desde que llegara a la presidencia (julio de 2006). Más incluso que cuando tuvo que salir al paso de las acusaciones personales que le habían imputado otros medios de comunicación sobre presuntos pagos de asuntos personales con la tarjeta del club (30 de octubre)

Impecablemente vestido, como suele ser habitual en él, con traje azul, camisa blanca y corbata negra con rayas blancas, Calderón comenzó su intervención agradeciendo a sus compañeros de Junta que le respaldaran en su comparecencia y con un rimbombante: "Puedo jurarles por mi honor, que para mí vale mucho, que ninguno de nosotros ha participado ni directa, ni indirectamente en la presencia de personas no autorizadas en la última Asamblea".

A continuación, con voz grave y ceremoniosa, siguió leyendo el guión que tenía delante. Anunció el despido de los dos empleados y se dirigió a los representantes de los medios de comunicación invitándoles a que realizaran tantas preguntas como quisieran sobre este asunto en cuestión y sobre otros relacionados con el club. Más de una hora estuvo Ramón Calderón de pie. La boca se le quedaba seca y algunas gotas de sudor corrían por su frente, pero nunca perdió la compostura. Con los dedos entrecruzados, recurrió a su verbo fácil y fluido y a su dominio del escenario para ir de menos a más. Comenzó nervioso y tenso para acabar conciliador, populista y seguro del papel que tenía que representar en estos momentos tan críticos.

No rechazó ninguna cuestión. Ni le importó repetir respuestas ante preguntas parecidas. Recordó varias veces su condición de socio y de "ser tan madridista como el que más". Se atrevió, incluso, a considerarse una "víctima" de una situación que calificó como un "calvario". Para hacer más coloquial el turno de preguntas y respuestas, intentó anteponer el nombre de pila de los periodistas que conocía antes de responder, aunque en algún caso erró en el nombre.

Como buen orador se fue sintiendo más cómodo según pasaban los minutos hasta el punto de que cuando el jefe de Prensa, Luis Villarejo, intentó dar por finalizada su intervención, pidió continuar.

Llegó hasta plantearse él mismo algunas cuestiones que no surgían, como el de las presuntas comisiones que según algunos medios se han dado en el club. Tanto se estaba gustando que insinuó que se habían colado otros infiltrados en la Asamblea que no eran de su causa, sin reparar en que de ser así también sería culpa del club que preside.