Messi y Agüero, la delantera con la que Argentina sueña recuperar la hegemonía mundial 24 años después en Sudáfrica, se pueden colgar esta mañana (6:00, en directo en as.com) el oro en un marco incomparable. Después de perderse el desfile, haber vivido alejados en Shanghai el movimiento olímpico, esta madrugada se verán en el mejor escenario de los Juegos, el gigantesco Nido. Ahí se jugará la final olímpica entre Argentina y Nigeria. Kun y Messi han unido sus carreras en el momento exacto. Messi fue campeón del mundo Sub-20 en Holanda 2005 y Agüero cogió el testigo el año pasado en Canadá. Ahora se han juntado con la selección olímpica y caminan juntos hacia el Mundial 2010. Cumplen plazos e ilusionan al país.

Estos días han conquistado Pekín. Los visitantes, aunque no sean argentinos, pasean con sus camisetas y se pelean por una entrada para verlos. No son Bolt ni Phelps, pero también han alcanzado notoriedad en los Juegos y, además, han deportado a Brasil, felicidad completa en Argentina, a jugar el tercer y cuarto puesto en el exilio de Shanghai.

La final de esta madrugada tendrá, además, mucho de revancha. Nigeria le arrebató el oro a Argentina en 1996, Atlanta. Esta vez tendrán el apoyo físico de Maradona, que se estuvo entrenando con los jugadores de la selección olímpica y le dio unos cuantos cariños a Agüero por cuestiones evidentes. Maradona pidió "respeto" para Nigeria, selección que arrasó a Bélgica en semifinales y que está bien preparada por Samson Siasia, al que igual Diego recuerda bien. Coincidió con él en el Argentina-Nigeria (2-1) del Mundial de Estados Unidos. Siasia marcó el gol africano, y Maradona, pocos días después, fue expulsado por aquel positivo que terminó de destruir su carrera.

Eran otros tiempos. Los de ahora vuelven a ser felices para Argentina. Sus pibes de oro, Messi y Agüero, son universales: ya han dejado huella en Asia. Lo siguiente es África.