Pep Guardiola está sintiéndose a gusto como técnico profesional del Barça. A las pocas semanas de haber agarrado las riendas de un delicado vestuario (menos problemático tras las salidas de Deco, al Chelsea, y de Ronaldinho, al Milán), el técnico catalán ha comenzado a imprimir su sello. Desde el primer momento, Guardiola hizo saber a sus jugadores el régimen de disciplina, que algunos habitantes del vestuario consideran "rígido, pero necesario" visto lo sucedido en el pasado.

El entrenador no quiere dejar ningún cabo suelto y entiende que, amarrando de entrada al grupo, habrá ganado mucho terreno. Desayunar y almorzar juntos, nada de música en los viajes y vestir uniformados (él se libra de esta normativa) son algunos de los ítems que tiene el preparador en su libreta.

Otra de las cosas que busca Guardiola es trasladar ese orden exterior al terreno de juego. Exigente cuando capitaneaba al Barça, el preparador no concibe el fútbol de otra manera: de toque, al pie y raseado, sin arriesgar en exceso, con salida del balón desde atrás y huyendo del patadón, a no ser que sea necesario. Eso se está viendo en este arranque de pretemporada, en la que el equipo va invicto y que ha recibido elogios: "Gran Barça" coincidieron ayer en sus portadas Mundo Deportivo y Sport .

El sistema. Además, Guardiola está insistiendo mucho en la táctica, la colocación de los jugadores y que nadie pierda la posición en ningún momento. Saldrá siempre el equipo con el habitual 4-3-3, aunque con variantes más defensivas si es necesario amarrar el resultado.

Ex entrenador del filial, Pep conoce a la perfección a los más jóvenes, por lo que sabe qué puede conseguir de ello. Por ese motivo, está confiando en la pretemporada en la base y lo hará durante el curso.