El crack que sale es Ronaldinho y el que regresa, entre abrazos de sus compañeros que ven en él al conductor futbolístico del nuevo proyecto, se llama Lionel Messi. El delantero argentino volvió ayer, antes de lo previsto (se le esperaba el próximo lunes), de sus vacaciones, preocupado por su futuro, con los Juegos Olímpicos de Pekín en el horizonte de agosto. Messi, con jet lag, hizo el calentamiento con la plantilla y se marchó a descansar del viaje.

El Barça quiere retener a Messi y evitar que viaje a China con Argentina, porque los Juegos coinciden con la ronda previa de la Champions League. Messi conoció ayer a su entrenador, Pep Guardiola, quien ya dijo la víspera que el Barça no dará el permiso a Messi a menos que la FIFA lo obligue.

"Hemos adelantado su llegada y ahora estamos esperandoel comunicado de la FIFA. Nosotros defendemos lo que creemos que es justo y, si nos da la razón, Leo se quedará. Si no es así, se tendrá que ir con Argentina", dijo Guardiola.

La FIFA no ha recibido ninguna comunicación del Barça, de ahí que espere que el club cumpla con la normativa, que establece que todos los equipos deben ceder a sus jugadores de 23 años o menores. "El permiso a los jugadores siempre ha sido obligatorio. Así que el mismo principio se aplica para Pekín", sostiene el máximo organismo internacional. "No haremos ninguna excepción para el Barcelona", concluye.

Ambigüedad. El Barça, sin embargo, entiende que el reglamento de la FIFA en lo referente a la convocatoria para los Juegos Olímpicos es ambiguo, ya que apela a la buena fe de los clubes. Y dado que el club está enrolado en la ronda previa de la Copa de Europa, parece asistirle razón para evitar la marcha de su mejor jugador.