Mestalla volvió a sonreír

Primera | Valencia 3 - Osasuna 0

Mestalla volvió a sonreír

Mestalla volvió a sonreír

Joaquín contagió su felicidad y Ontanaya les ayudó

La tarde estaba pintada para que nadie la estropeara y se cumplió el guión. Era día de sonrisas, de marea naranja, de eludir el descenso, de liberación del yugo koemanista, de reivindicación de los apartados... y tan bueno era el ambiente, tanta felicidad se respiraba en el ambiente que hasta el árbitro se contagió y se coló en la fiesta valencianista para echar una mano. Ontanaya se inventó un penalti, que supuso el 1-0, y la expulsión de Ricardo en el minuto 16 y, a partir de ahí, con ese importante granito de arena puesto por el colegiado, todo fue más plácido para los de Voro, que se estrenó ayer con un triunfo balsámico. Era lo que tocaba y a Osasuna le desactivaron rápido para que no aguara la tarde.

A los rojillos los mató Ontanaya, pero tampoco ellos pusieron mucho de su parte, se empequeñecieron de mala manera al verse en inferioridad y para nada inquietaron a Cañizares, otro de los grandes protagonistas. Con el de Puertollano regresó la portería a cero (no le tiraron, pero bueno), el buen rollo, los abrazos y, lo más importante, Mestalla le aplaudió, señal de que el pueblo sabio no compartía la versión oficial aireada por voceros que ayer se cambiaron de chaqueta, su deporte preferido.

Había interés por ver cómo era el Valencia de Voro y, a grandes rasgos, recordó al de Quique, es decir, no fue vistoso pero sí efectivo. Tuvo posesión, todos apretaron los dientes y, merced a ello, su portería no pasó apuros. La sangría de tardes anteriores se cerró y, a partir de esa seguridad, se fue creciendo hasta llegar a la portería navarra. Primero golpeó Villa, luego Mata en una brillante acción de estrategia, y Joaquín completó el festín. El del Puerto personificó el espíritu de este 'nuevo Valencia', sacrificado en defensa (persiguiendo a Monreal) y liberado, feliz, luciendo la mayor de las sonrisas y atrevido en ataque. Joaquín contagió a los suyos y ahí apareció la jerarquía de Baraja, el oportunismo de Mata y el hambre de Villa, que a su tanto añadió dos asistencias que dan lustre a sus buenas estadísticas.

Regresos. Con el viento de cara en el marcador, Voro sacó de galeras a otras dos de las víctimas de Koeman. Primero Vicente y, después, Angulo, al que le quisieron regalar un gol que, de llegar, hubiera vestido el partido ya de una empalagosa seda rosa. Tampoco salió Albelda porque, entre tanta alegría, hay que tener en cuenta que lo que había en juego era alejarse del descenso, algo que se logró. Pero pese a la fiesta, el peligro sigue siendo real, aunque con el regreso a los nuevos valores y la suma de antiguos efectivos, todo se ve de otra manera en Mestalla, donde volvieron las sonrisas. Las primeras, las de la plantilla.