El Valencia se inventa un título

Copa del Rey | Valencia 3 - Getafe 1

El Valencia se inventa un título

El Valencia se inventa un título

AP

El Valencia abrió un paréntesis en la crisis en la que le han instalado Koeman y la directiva para ganar su séptima Copa del Rey contra un Getafe que pagó su falta de gol. Mata en colaboración con Arizmendi abrió el marcador, que completaron Alexis y Morientes. Granero, el mejor de su equipo, logró el tanto del Getafe.

El Valencia, en la peor temporada de su historia más reciente, recuperó la figura en el mejor momento, y se proclamó campeón de la Copa del Rey ante un Getafe que pagó su falta de gol y las dudas de su portero, Ustari. El trofeo no servirá para borrar todo lo sucedido en este curso, pero sí para maquillarlo. Un premio justo para lo que hizo en la final el Valencia, que se inventó un título en medio de la batalla en la que vive la entidad. Al Getafe le volvió a corresponder el papel de subcampeón y continúa sin poder ajustar cuentas. El fútbol ya le debe varias a este equipo.

La Copa es una competición especial, que nubla aún más la mente de los directivos y entrenadores y despeja la de algunos equipos. Los dirigentes aprovechan este torneo para exhibir su incompetencia, condenando la Copa a las peores fechas del calendario y culminando su obra al fijar la final un miércoles a las 22:00 horas. Se puede hacer peor, pero es complicado. Por contra, hay conjuntos que se agarran al trofeo como un náufrago a un salvavidas. Es el camino más corto para salvar una temporada y acariciar la gloria. Aunque para este Valencia, la Copa sólo es un espejismo, una alucinación sufrida en medio del desierto, de la pesadilla en que se ha convertido la existencia para este club.

Dicen que para ganar una final, primero hay que perder otras. Si eso es cierto, se avecinan años de títulos para el Getafe, que ha caído en las dos últimas finales de Copa. Aunque también puede ser verdad que quien se inventó tal axioma fuera alguien demasiado ocioso y sin otra cosa en la que pensar.

Los problemas físicos obligaron al técnico del Getafe, Michael Laudrup, a dibujar una alineación sin Belenguer, Pablo Hernández y Uche. Mientras, al entrenador del Valencia, Ronald Koeman, quizá le ayudaron a confeccionar un equipo más coherente y un sistema de juego más racional que de costumbre. Las bajas de algunos futbolistas mejoran a ciertos entrenadores, y no por su habilidad para gestionar los problemas, sino porque cuanto menos tienen para elegir, menos posibilidades tienen de equivocarse. Koeman ha demostrado que es uno de esos técnicos. Cuanto menos se nota su mano, mejor juega el Valencia.

Un Valencia decidido

Se vio de inicio un Valencia diferente, que salió con decisión y descaro a por el partido. Algo novedoso, pero necesario en una final, esa ruleta rusa en la que uno alcanza el éxito tanto por sus méritos como por los errores del otro. De todo eso se vio en el Calderón. En una gran acción del Valencia, Villa combinó con Silva y éste tiró un buen centro para que fuera cabeceado a gol por Mata. La pelota fue desviada sin querer por Arizmendi, lo suficiente para que superara a Ustari. Apenas había avanzado cuatro minutos el reloj. Siete después, Silva sacó un córner y Alexis, un ex del Getafe que se ha pasado más de medio curso lesionado, superó al despistado Tena y marcó de cabeza. Ustari se quedó clavado debajo del larguero, quizá esperando a que se le cayera encima. No hay otra explicación.

El Valencia era el dueño de la final, el balón era suyo y su efectividad total. Dos ocasiones y dos goles. Estaba haciendo lo necesario para levantar el trofeo, en definitiva, lo que no acostumbra a hacer en la Liga. Baraja sostenía al equipo en el centro del campo y Silva, Arizmendi, Mata y Villa cambiaban sus posiciones con inteligencia y aparecían por donde más daño podían hacer a la defensa del Getafe, puesta del revés por los hombres de Koeman.

Pero lo bueno de las finales es que te regala varios partidos en uno. A los 20 minutos despertó el Getafe, que sin la pelota da menos miedo y sufre mucho más. Se olvidó del marcador y se hizo con el control de la situación. El Valencia dio varios pasos atrás, obligado por el rival y por esos miedos que ha alimentado durante toda la temporada. Baraja perdió presencia y se encontró perdido en el centro del campo, sin ninguna ayuda. Comenzaron ahí a notarse las numerosas carencias de su escudero Marchena, un hombre que parece vivir en un enfado permanente, peleado con el mundo y al que no le vendría mal que alguien le recordara de vez en cuando que se dedique a jugar al fútbol.

Granero, el mejor de la final, un futbolista con un presente excepcional y un futuro al que no se le adivina límite, asumió el mando y el campo se inclinó hacia la portería de Hildebrand. Fue mejor el Getafe desde entonces, comenzó a diluirse el Valencia, pero la recompensa para esos jugadores vestidos de azul, que practican el mejor fútbol de España, no llegó hasta el minuto 45, cuando Moretti cometió un penalti tan inocente como claro sobre Contra. Undiano, quizá el mejor árbitro de España, vaciló hasta que su asistente le quitó las dudas. Granero convirtió el lanzamiento desde los once metros con seguridad, sin que le temblara el pulso.

Sentenció Morientes

El paso por los vestuarios sirvió al Valencia para tomar aire y el inicio del segundo tiempo recordó al del primero. Consciente de sus limitaciones y del potencial del Getafe, el Valencia exprimió sus escasas reservas físicas al máximo y completó un cuarto de hora más que interesante. Villa acaparó los focos. Primero reclamó un penalti de Tena, cuando había sido el '7' quien hizo la falta, y después malgastó una clara ocasión en el área pequeña. No apareció más Villa, que terminó lesionado y sustituido por Morientes, el hombre que sentenció la final con la colaboración del portero del Getafe, Ustari. Fue a menos de cinco minutos para el final, cuando una falta lanzada por Baraja la despejó de mala manera el guardameta argentino. Morientes sacó partido del error, se movió con inteligencia e intuición y se tiró en plancha para marcar y cerrar el choque. No es la temporada de los porteros del Getafe.

Antes se jugaron minutos de calidad por parte del Getafe y de sufrimiento para el Valencia, que perdió por lesión al mencionado Villa, a Albiol y a Moretti. Las extrañas decisiones de Koeman llevaron a Alexis a compartir el centro de la defensa con Caneira. No mejoró el Valencia con los cambios, pero al menos tampoco empeoró.

Quien no mejoró con las sustituciones fue el Getafe, que dominó pasado el cuarto de hora de control valencianista, que se desesperó con un disparo del Granero al larguero y que se la jugó a falta de un cuarto de hora para el final. Laudrup retiró al central Tena y dio entrada a Braulio, un delantero centro. Pasó a cerrar en defensa con tres y la apuesta cerca estuvo de tener su premio. Braulio se elevó entre los defensas del Valencia y su espectacular cabezazo fue respondido con una intervención aún más brillante de Hildebrand.

Lo que vino después fue el gol de Morientes, la expulsión de Celestini, la constatación, una vez más, de que el Getafe tiene mucho más fútbol que gol y que una final la gana quien tiene más acierto frente a la portería rival.