Todavía vive en Madrid el espíritu del Metropolitano

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Todavía vive en Madrid el espíritu del Metropolitano

La historia de los derbis entre Atlético y Real Madrid conduce inevitablemente a la zona de Cuatro Caminos. Allí estaba el Metropolitano, la casa rojiblanca antes de la mudanza al Calderón. Del mítico estadio colchonero ya no queda nada más que el recuerdo y su espíritu.

El 20 de enero de 1924 se jugó por primera vez en el Metropolitano un partido oficial entre el Atlético de Madrid (por aquél entonces aún se llamaba Athletic Club, como el de Bilbao) y Real Madrid. El domingo, cuando Agüero se mida a Casillas, se cumplirán 84 años exactos de aquel día en que comenzó de forma paralela la historia de un estadio mítico y la de los enfrentamientos entre colchoneros y merengues.

El Stadium Metropolitano, que debe su nombre a que fue construido por la sección inmobiliaria de la empresa que puso en marcha el Metro de Madrid, hoy en día ya no existe. Sobre los 36.933 metros cuadrados que albergaron el terreno de juego y las gradas han crecido torres residenciales, bares, farmacias, un pequeño parque, un garaje... Es el ámbito de la plaza de la Ciudad de Viena, dónde debajo del hormigón y las pintadas, sobre los restos de un reciente botellón universitario, entre árboles cuidados y alguna que otra farola sin bombilla, se intuye el campo que albergó al Atlético de Madrid hasta que en 1966 se mudó al estadio Vicente Calderón.

Sólo se intuye, porque no queda ni rastro del estadio en el que Inglaterra perdió por primera vez un encuentro (España ganó 4-3 el 15 de mayo de 1929) o en el que los rojiblancos ganaron cuatro Ligas y dejaron sentenciada la quinta. "Me parece muy mal que no haya ni un sólo recuerdo de la que fue nuestra casa durante 40 años", dice Alicia Guerra, ingeniera técnica informática de 24 años con el corazón pintado de rojiblanco.

Rectángulo plano. A falta de vestigios, el simple ojo humano puede imaginar fácilmente la disposición del terreno de juego y las gradas. Por la calle Beatriz de Bobadilla hay un acceso que brinda una vista elevada sobre la plaza. Desde la barandilla, si se obvia la presencia de la gran torre construida en el centro, se aprecia perfectamente un rectángulo absolutamente plano donde creció el césped sobre el que jugaron los Ben Barek, Collar, Adelardo y otros dioses del olimpo atlético. Allí, un edificio de oficinas ocupa el espacio de la portería y la grada norte, la popular gradona.

Justo enfrente, del lado del Paseo Juan XXIII, estaba la portería sur y ahora un parque infantil donde juegan niños menores de seis años es el depositario del espíritu lúdico del Metropolitano. "Yo sí que noto algo especial aquí. Aunque sólo sea porque mi padre era socio del Atlético en la última temporada en que jugamos en este estadio. Ahora yo voy a vivir las dos últimas temporadas en el Calderón", dice Carlos Yagüe, estudiante de informática en una facultad cercana y socio rojiblanco. Y añade entre risas: "Menos mal que el Atlético ya no está aquí, porque si no seguro que no iría nada de nada a clase. Tendrían que hacerme una caseta".

Zona residencial. Tras el traslado del Atlético al Calderón, el Stadium Metropolitano se demolió por segunda vez (la Guerra Civil acabó con él antes) y se empezaron a construir los edificios que ocupan la plaza en la actualidad. "Algunos vecinos, los más mayores, saben que su casa está sobre lo que fue el campo. Yo llevo 16 años trabajando aquí y sólo tres o cuatro veces alguien ha venido preguntando por el estadio", asevera José, portero de la mastodóntica Torre Metropolitana. "Madinabeytia; Rivilla, Griffa, Calleja; Ramiro, Glaría, Jones; Adelardo, Mendonça, Peiró y Collar. ¡Claro que me acuerdo! ¡Aquí olía a estadio de verdad, no como ahora!". A Leopoldo Moro, antiguo dueño y actual empleado de la farmacia sita en la plaza, socio atlético "tres mil y pico", se le agrupan los recuerdos. "El primero que me viene es Mendonça saliendo a hombros del estadio, pero son tantos...".

En la Plaza de la Ciudad de Viena vive el espíritu del Metropolitano. En 2010, cuando el Atlético se traslade a La Peineta, a orillas del Manzanares, vivirá el del Vicente Calderón.