55.000 almas gritaron: "¡Gento, Gento, Gento!"

Trofeo Bernabéu | Real Madrid 2 - Partizán 0

55.000 almas gritaron: "¡Gento, Gento, Gento!"

El mítico 11 hizo el saque de honor junto a sus seis Copas de Europa

El Bernabéu no dejó solo al histórico dueño de su banda izquierda. Ni el frío invernal ni el puente de la Constitución evitaron, como AS profetizaba ayer, que se viviese una fiesta en el escenario en el que Paco Gento hechizó con sus diabólicas incursiones durante 18 años de gloria, grandeza y títulos. Muchos títulos.

Entradón. La Galerna del Cantábrico llegó al estadio, a 'su' estadio, feliz porque 35 años después recibía el homenaje sentido y sincero del madridismo militante. Su amigo Alfredo (Di Stéfano estaba anoche más contento que El AVE de Guarnizo), Pachín, Zoco, Santamaría, Amancio, Vicente Miera, Velázquez, Antonio Ruiz y Pérez Payá le arroparon como en los tiempos en los que le blindaban para que este extremo atómico corriese por el carril del 11 como si nada ni nadie pudiese detenerle.

Con su abrigo gris marengo, su corbata azul cobalto y su sonrisa infantil saltó al césped del Bernabéu, 'su' césped, con la emoción propia de un novillero en su alternativa. Los dos equipos hicieron un pasillo al Crack del 29, el número de ediciones que alcanzó ayer el prestigioso Trofeo Bernabéu. Gento miró a la derecha, a la izquierda y vio las gradas llenas. Unos 55.000 testigos de su tercer homenaje certificaban que su poder de seducción sigue intacto. Corearon su nombre ("¡Gento, Gento, Gento!") y sintió de nuevo ese cosquilleo que en este escenario mítico llevó en volandas a los Kopa, Rial, Puskas, Di Stéfano y Gento para escribir las páginas más bellas de la historia del fútbol.

Hizo el saque de honor, cómo no, con su zurda mágica. Sonrió con cara pícara, se abrazó a Salgado, capitán en funciones ayer ante la ausencia de Raúl, Casillas y Guti (éste en el banquillo) y se subió al Palco de Autoridades para disfrutar del triunfo de su equipo con Ramón Calderón a la izquierda y el madridista Jaime Lissavetzky, sólo fue casualidad protocolaria, a la derecha.

Coincidí con Don Francisco en el descanso y estaba como siempre: sereno y sin sacar pecho. "Chaval, a mí tanto halago me agobia. No creo que merezca tanto". Pero por dentro estaba más ancho que los Campos Elíseos. Y más cuando alguien le susurró al oído que por la mañana la afición blanca disfrutó de un desayuno con diamantes gracias a Realmadrid TV, que repitió a las 10:10 la final del Madrid-Eintracht de 1960 (7-3).

Tras esa emisión Gento acudió al Txistu, donde Calderón y los veteranos le prepararon un homenaje cariñoso, con la placa que ilustra este texto. Justísima. Gento se merece otros tres homenajes más...