Dos fogonazos de Guti y Raúl

Primera | Real Madrid 3 - Deportivo 1

Dos fogonazos de Guti y Raúl

Dos fogonazos de Guti y Raúl

El capitán entró en el minuto 64 y marcó en el 78. Guti inició la jugada del gol de Raúl y luego asistió a Robinho. El Depor jugó bien, pero le faltó dinamita

El actual Real Madrid se compone de Guti, Raúl, Van Nistelrooy, Sergio Ramos y Casillas, que ayer libró. A eso añadan las ocurrencias de Robinho y otros varios jugadores en crecimiento, de inspiración alterna y expiración rotativa. Es evidente que el equipo vale para ganar muchos partidos, el dilema es saber cuántos, o si serán suficientes al final. La otra duda no tiene que ver con la cantidad, sino con la calidad, la calidad colectiva. La siguiente cuestión es conocer la altura del Madrid cuando se compare con iguales o parecidos. No tardaremos en despejar incógnitas: el próximo miércoles espera el fuego de Mestalla.

Como aperitivo de ese momento tórrido, el Madrid liquidó al Deportivo con la habitual exhibición de sus defectos y sus virtudes. Para empezar, se dejó marcar un gol al minuto y medio de partido, algo que ya no altera absolutamente a nadie, ni a la grada ni al presidente, que sigue silbando. La costumbre sería reprobable si no hubiera servido para entrenar al equipo en hazañas y milagros. Hay defectos salvadores.

Estoy por asegurar que ni siquiera el Deportivo dejó volar su imaginación después de adelantarse en el marcador. Vencer en el Bernabéu exige, lo hemos visto mil veces en mil intentos fallidos, un reparto preciso de los méritos. No vale marcar en cualquier momento. No basta jugar bien, ni controlar el juego, ni rondar a Casillas. Si has llegado al último cuarto de hora a tiro de un gol es fácil que te caigan dos. Eso le ocurrió al Deportivo: marcó antes, jugó bien, controló y perdió 3-1.

No resulta sencillo descifrar a este Real Madrid. Es muy probable que le falte rodaje y que se necesite más tiempo para la integración de los nuevos. De momento, siempre hay una sospecha lista para un recién llegado. Ayer le tocó a Metzelder. El alemán salió malparado del gol visitante. Pareció lento y rígido, tanto que hasta le crujieron los cojinetes. Aunque admito que los años nos han sensibilizado con el puesto y en cada estornudo intuimos pulmonía y funeral.

Tal vez este Real Madrid también sea producto de tantos entrenadores distintos y, en muchos casos, opuestos. En tres años, el equipo ha pasado por Luxemburgo, López Caro, Capello y Schuster, por no hablar de un verano con Camacho. De todos ellos ha quedado la fe, ya sea fe carioca, religiosa, militar o germánica. Ahora sólo falta el West Side Story: bailar juntos, jugar al fútbol.

Porque el Madrid sigue de ensayos y lo del Atlético no hay quien lo repita. Aquello fue una de esas tardes. Un momento de inspiración del que no se puede extraer conclusión alguna y que sólo sirve de foto a la que parecerse. La condena del Madrid fue el público. Los arrebatos de genialidad (escasos) nos suelen atrapar en la soledad de un cuarto o en el duermevela de una madrugada, cuando no hay ni público ni espectadores. Si te ven, te exigen.

Pruebas. Desde luego, si algo no se le puede reprochar a Schuster es su empeño por buscar soluciones. Yo diría que utiliza las rotaciones como excusa para cambiar la fórmula. Y no da con ella. Ayer descansó Raúl en beneficio de Saviola, pero el argentino no funcion se ha especializado en comida rápida y le cuesta cocinar los partidos con chup-chup.

Tampoco resultó Higuaín, que ocupó el lugar de Sneijder. Aunque su desgracia fue meramente circunstancial. Igual que hay noches con ángel, hay noches desangeladas. Al joven más prometedor de cuantos forman parte de la plantilla del Real Madrid le pasó de todo, y malo. Para culminar las penurias resbaló al sacar un córner y perdió el balón en la grada. Recordó a Moussambani. En compensación no sería malo colocarle un día como segundo punta. Por probar.

El Deportivo estuvo muy por encima de sus resultados y sus pocos puntos. No sólo salió a por la pelota, sino que la siguió buscando después del gol. Durante un buen rato, Sergio y De Guzmán ganaron la partida a Gago y Guti, al tiempo que en el resto de líneas los empates se resolvían siempre en favor del visitante.

La jugada del gol deportivista descubrió a un equipo ágil y concentrado: Aouate sacó en largo, Marcelo se comió el despeje y Verdú robó dos carteras a un tiempo: la de Sergio Ramos y la de Metzelder. Después Xisco remató sin perdón.

Aunque esa operación se desarrolló por la banda derecha, en la primera parte la mayoría de los movimientos de ataque se lanzaron por la izquierda. Allí estaba el mexicano Guardado, un muchacho al que apetecía ver. Y lo vimos, pero mal.

Vaya por delante que tiene cualidades: es rápido, con despliegue y, sobre todas las cosas, es un extremo zurdo, lo que ya le convierte en especie protegida. Ahora bien, en el Bernabéu hizo gala de una inocencia que hubiera resultado conmovedora de no ser letal. No habían pasado ni cinco minutos desde el gol de Xisco, cuando Guardado, en su defensa a Van Nistelrooy, cometió un penalti aparatoso y escandaloso, sin resquicio de duda. El viejo Ruud le desafió a una carrera en el área y el chico le derribó con doble zancadilla de Bruce Lee.

Pero ya digo que el Madrid tiene el poder de no alterarse, ni por lo malo ni por lo bueno. Dirigido por Gago, que afina lentamente la guitarra, el equipo se movió con la parsimonia del que sabe que la vida es larga, y el último cuarto de hora, más. Movido por la disciplina más que por la pasión, fueron goteando ocasiones: un cabezazo de Ramos, un tiro de Van Nistelrooy, una falta de Guti... Pero el Deportivo seguía presente.

Nada más comenzar la segunda parte, Marcelo sacó bajo palos un remate a bocajarro de Juan Rodríguez, que sólo tuvo un par de dificultades más que Cardeñosa. Después se acercó Sergio, y luego otros varios.

Hasta que a falta de 25 minutos salió Raúl por Saviola. El recibimiento auguraba lo que estaba por suceder. A doce minutos del final, el capitán adelantó al Madrid, que aprovechó una asistencia de Van Nistelrooy. Guti se sumó a la fiesta y mandó un balón a Robinho como quien tira un bolo y hace pleno. El chico, que estaba deseando bailar claqué, se acarició en el quiebro, se gustó en el gol y se excedió en la celebración. El día que marque en la final de un Mundial sólo le quedará correr desnudo con el banderín del córner.

Sin Sergio, expulsado por doble amarilla, el Deportivo prefirió pensar en otra cosa y en otro mundo. Cómo explicarlo. Lo haces todo bien, pero equivocas la hora, el día y el rival.

El detalle: Raúl jugó con elcodo lesionado de

Raúl entró en el minuto 64 sustituyendo a Saviola. En su primera acción, el 7 intentó regatear en el pico del área, pero piso el balón y se cayó. Raúl se dolió del brazo izquierdo, aunque continuó jugando e incluso marcó un gol. Después del partido, los médicos comprobaron que sufre un esguince en el codo y se lo vendaron. Hoy le harán más pruebas.