La dilatada carrera de Lezama (16 temporadas en el Athletic) estuvo marcada por su condición de exiliado. Como tantos otros niños vascos que se vieron forzados a dejar su tierra y quedaron diseminados por todo el continente, le tocó desembarcar en Inglaterra, donde inició su andadura como portero, llegando a militar en las filas del Southampton. En su regreso a casa jugó en el Arenas, para ser reclutado por el Athletic en el año 41.

Una extraordinaria base física, innata aunque cultivada a fondo a partir de la educación recibida en Inglaterra, fue la clave que le permitió alargar tanto su vida profesional. Resultaba ejemplar para el resto de la plantilla cómo realizaba los ejercicios gimnásticos. Además, Lezama se hizo un nombre por ser quien rompió con el limitado papel que el fútbol de su época adjudicaba al portero. No siempre se comprendieron los riesgos que asumía y que en ocasiones le llevaban a salir del área, ejerciendo de líbero, lo cual generaba un elocuente murmullo en la grada. Descanse en paz.­