Orgullo de campeón

Primera | Real Madrid 3 - Mallorca 1

Orgullo de campeón

Orgullo de campeón

AP

El Madrid logró la Liga en un encuentro que fue un pequeño resumen de todo el campeonato. Con poco fútbol, pero con mucho orgullo, el equipo que dirige Fabio Capello pone fin a su travesía por el desierto. Inmejorable despedida para Beckham y Roberto Carlos.

Se llegó al final del camino y después de una trayectoria sinuosa, desconcertante y llena de dudas e inseguridades el Real Madrid ha llegado el primero a la meta. Es el campeón, un justo campeón, porque después de 38 jornadas no se puede decir otra cosa de quien termina primero. Y es campeón porque supo aprovechar los errores de los demás, unos rivales incapaces de sacar beneficio de los regalos del Madrid. Hasta el último día se empeñó en complicarse la vida, quizá porque era el desenlace lógico de esta Liga, en la que el Madrid parece que no se sentía cómodo si no se veía por detrás en el marcador. Se adelantó el Mallorca, perdió por lesión a Van Nistelrooy, sustituido por Higuaín, y sin jugar bien remontó para ganar la Liga. Y es que este encuentro fue un resumen concentrado de lo que ha sido el campeonato para el Madrid. Casi diez meses de vida resumidos en 90 minutos. El Madrid cerró la temporada ofreciendo la misma pobre imagen de los primeros meses de competición, pero con el título de Liga en sus manos. Y van 30.

En los últimos años el Madrid había perdido el juego, pero también el orgullo y el carácter, señas de identidad que han distinguido a este club durante más de un siglo y que se había dejado en ese viaje por las estrellas y la galaxia. El juego no ha acabado de recuperarlo, pero sí ese orgullo ganador que le permitió regresar de la nada más absoluta en la que había caído. Cuando ya casi nadie le esperaba, el Madrid se presentó en la fiesta particular de Barcelona y Sevilla y acabó bebiéndose sus copas y ligando con sus novias. Este equipo se empeñó en demostrarnos que muchos estábamos equivocados cuando hace meses le descartamos para el título y lo consiguió desde el carácter y la confianza en sí mismo. Cuando los demás pierden la confianza en ti la única salida que te queda es creer más que nunca en lo que haces para tratar de revertir la situación. Eso hizo el Madrid, que con el empate en el Camp Nou se convenció de que aún tenía algo que decir en este campeonato.

Buen Mallorca

El comienzo del partido fue un aviso de lo que llegó después. No se había cumplido el primer minuto y Arango mandó un balón al poste de la portería de Casillas. Quien pensara que el choque iba a ser cómodo para el Madrid no tardó en salir de su error. Y es que el Mallorca es un conjunto muy bien gestionado y dirigido por Goyo Manzano, un entrenador que algún día recibirá el reconocimiento que merece. Tácticamente le ganó la partida a Fabio Capello.

El ánimo del Madrid acabó por alterarse pasado el cuarto de hora, cuando después de una gran jugada, Arango regaló un magnífico pase a Varela que batió a Casillas en el mano a mano. Cannavaro rompió el fuera de juego y colaboró de forma decisiva en el tanto. La trayectoria del italiano ha sido de lo más regular, ha fallado de la primera a la última jornada.

El resto de la primera parte fue una demostración de oficio del Mallorca y de las limitaciones futbolísticas del Madrid. Capello no se apartó de su guión y volvió a dejar a Guti en el banquillo, renunciando a las ideas del 14, el único capaz de improvisar y crear algo de fútbol en este equipo. Emerson y Diarra ni crearon ni taparon huecos y los que actuaron por delante ni aparecieron. Como ha sido norma durante el campeonato, Capello rectificó en el descanso, retiró a Emerson y dio entrada a Guti. El panorama no mejoró y a quien le llegó la ocasión de sentenciar el partido y la Liga fue al Mallorca. Otro genial pase de Arango dejó otra vez a Varela frente a Casillas, pero esta vez su disparo se perdió cerca del poste.

Remontada

Parecía increíble que un equipo que se estaba jugando la Liga estuviera ofreciendo esa pobre imagen. No transmitía ninguna confianza, continuaba sin probar a Moyá y por momentos pareció resignado a su suerte. Si Míchel Salgado era el mejor del Madrid es que algo fallaba. Pero en una acción aislada, de esas que han salvado al Madrid en tantos encuentros, el balón llegó a los pies de Higuaín, que se deshizo con un buen movimiento de su marcador y cedió atrás para que Reyes, sustituto de Beckham, marcara con la derecha. Se despidió el inglés sin aportar casi nada, como en sus tres primeros años.

Se vio más cerca de su objetivo el Madrid, perdió algo de concentración el Mallorca, perdió la cabeza Reyes, que debió ser expulsado por una dura entrada sin sentido a Fernando Navarro, y se llegó al momento determinante de la Liga. Maxi López ganó en carrera a Cannavaro, así es este defensa, pero como el argentino parece tener dos pies izquierdos fue incapaz de superar a Casillas. Otra vez Casillas para salvar al Madrid. Y sin apenas tiempo para asimilar el susto se pasó al éxtasis del madridismo con dos goles que valen una Liga. Primero fue Diarra quien marcó de cabeza a la salida de un córner y después fue Reyes, uno de los futbolistas que ha ofrecido un rendimiento más pobre a lo largo del curso, quien sentenció el campeonato con un golazo de rosca desde fuera del área.

Llegó el momento de esconder el balón, de controlar el partido y de comenzar a asimilar lo imposible, porque imposible parecía que el Real Madrid pudiera ganar esta Liga. El orgullo llevó a este equipo hasta el éxito, pero el título no debe esconder las debilidades del club y de la plantilla. Es el momento de las celebraciones, de despedir a Beckham y Roberto Carlos, el extranjero que más partidos ha jugado en la historia del club, y de la reflexión, aunque cuando uno está instalado en la gloria se distorsiona la visión de la realidad. Bendita distorsión para el madridismo. Hoy es el momento de disfrutar, pero mañana se debería comenzar a trabajar en el futuro.