Farfán decide el primer round

Amistoso | Ecuador 1 - Perú 2

Farfán decide el primer round

Farfán decide el primer round

La Foquita guió a Perú con un gol y varios detalles de clase. Ecuador acusó la falta de Edison Méndez. El miércoles se juega la revancha en Barcelona.

Ganó el primer round Perú, porque aunque tiene peor bloque cuenta con el futbolista más desequilibrante, Jefferson Farfán, el del PSV Eindhoven. Y es curioso: en el equipo holandés juega también la estrella ecuatoriana, Edison Méndez, cuya ausencia ayer en el centro del campo acusó demasiado la Tri. Méndez descansa en su país y Farfán ilusiona en España. Empujada por la Foquita, los peruanos cogen el puente aéreo con ventaja en el marcador, rumbo a la revancha de Barcelona el miércoles.

La Madrid peruana y ecuatoriana se tomó la tarde con fidelidad, llenando de banderas la pradera del Vicente Calderón. Hubo elegancia, en las gradas y en el césped, y eso que las previas titulaban a modo de batalla: "Cuando Ecuador y Perú juegan, no hay amistosos que valgan". Pues sí, y no. En el Manzanares se respiró una sana competencia: públicos calientes e incansables y, a ratos, fútbol de altura al ritmo de futbolistas que han crecido entre montañas, por mucho que se empeñe la FIFA.

Futbolistas como el seleccionador Uribe, que bordaba fútbol por las canchas de la altísima Cuzco y ahora se ha puesto serio en su segunda etapa al frente de la blanquirroja. El Diamante Negro amenaza con ojos felinos y a su equipo se le ha pegado en el campo esa mirada. Que se preparen en Venezuela, porque Perú ha ensamblado un ataque de nivel mundial, con la dupla Mendoza-Guerrero por delante, la calidad de Farfán y a la espera, además, de que se incorpore el indiscutible Claudio Pizarro, que ya es del Chelsea. Una generación para soñar con hacer algo grande en Caracas que es, precisamente, el mismo lugar donde Perú consumió sus últimas dosis de grandeza. Fue en 1975, cuando ganó a Colombia y obtuvo su Copa América empujada por dos grandes, el Nene Cubillas y Sotil.

Quizá tenga Farfán una mezcla de los dos míticos delanteros. De Cubillas, efectividad: a los cuatro minutos, la Foquita inauguró el marcador con su primer disparo a puerta y tras un fenomenal pase, mirando al tendido, de Guerrero. De Sotil, Farfán ha heredado la habilidad con la que ayer abrió espacios en ataque. Mendoza los cerraba, pues desperdició dos manos a mano ante Viteri. El meta y Reasco, incansable como carrilero, fueron lo mejor que mostró Ecuador.

Porque el fútbol no le funcionó a Luis Fernando Suárez. El técnico colombiano mamó la zona y la voluntad de toque que el maestro Maturana predicaba en sus equipos, incluida la Tricolor. Pero el sistema del Pacho necesita liderazgo por el centro, algo así como un Valderrama, y por ahí fue donde se diluyó el juego ecuatoriano. Ausente Méndez, la responsabilidad recayó en un primerizo, Bolaños. El volante de la Liga de Quito acusó el debut y Ecuador llegó al ataque sin fluidez, apenas con arreones de furia. En uno de esos, Benítez cayó en el área (se tiró, más bien) y Tenorio convirtió el empate.

Gris segunda parte.

Sólo hubo más Perú en la primera mitad, con Farfán y Guerrero entretenidos en el área ecuatoriana. Pero la segunda parte se puso gris, y eso que prometía muchos más goles porque, a los 50 minutos, De la Cruz marcaba en propia meta tras una falta envenenada de la Foquita. El propio Farfán pudo matar el encuentro en un mano a mano con Viteri, pero la ocasión más clara (y casi la única) hasta el final del encuentro la tuvo Benítez, que incomprensiblemente envió un remate fuera cuando ya se cantaba el empate a dos. Felipe Caicedo, futuro del ataque ecuatoriano, se diluyó en sus 20 minutos de juego y el asunto se aplazará hasta el miércoles.

Segundo Desafío Latino, una segunda muestra de universalidad. Este deporte es tan grande porque no sabe de razas ni de religiones, porque hay selecciones que recorren 10.000 kilómetros para saludar a sus compatriotas y no importa donde ruede la pelota, si en la playa o en el Everest. Por prohibir, que se prohiban las gradas vacías, los públicos silenciosos y los ceros a cero. Esto es: la antítesis de lo que se disfrutó ayer en el Calderón y de lo que se espera en el Miniestadi dentro de sólo dos días.