"Aquí no hay señoritos; al curro fuimos sin dormir"

Primera | Getafe

"Aquí no hay señoritos; al curro fuimos sin dormir"

"Aquí no hay señoritos; al curro fuimos sin dormir"

La 'Getafemanía' se disparó el día después de la gran hazaña

Hasta el tiempo, veraniego, se alió con Getafe el día después de su histórica gesta. Para poner a juego cielo y camisetas, para justificar las gafas de sol de los resacosos. A las 10 de la mañana la tienda del Coliséum padecía una cola kilométrica. A las 12 las camisetas (se agotaron) de sus stands circulaban por la Calle Madrid, por el Mercado, por el Ayuntamiento enfundadas en algún o alguna aficionada de sonrisa imborrable. Getafe casi no se despertó, porque casi no se había acostado después de una juerga nocturna que comenzó con una poco ortodoxa reinauguración de su Cibelina. El monumento, desde ayer, ya no es hermano pequeño sino un clon del que usan los madridistas para sus celebraciones. Y amaneció desnudo de los plásticos negros que lo cubrían mientras es reformado. "A La Cibelina la han arañado un poco, pero a los cafres hoy se lo perdonamos. El 23 de junio, cuando vengamos a celebrar la Copa, estará preparada para todo", explicaba un trabajador a pie de obra.

Se acabaron las camisetas, el calimocho, el whisky, los churros y el AS, muy de mañana. A Ildefonso, el quiosquero de la plaza principal, le sonrieron el fútbol y los negocios: "Venían dando tumbos y lo compraban". Claudino, sentado en un banco del parque, lleva uno de esos periódicos en la mano: "Cojo el AS y lo primero que miro es la chica de la contraportada. Pero lo del Getafe era mucho más atractivo hoy".

José Luis muestra ojeras y una gorra azulona. Son su mejor carnet de incondicional antiguo, de los que viajó en Tercera. Nada que ver con los nuevos aficionados, pero mucho que agradecerles: "Todos, nuevos y viejos, nos partimos la voz en el Coliséum. Y muchos hemos ido a currar sin dormir. Aquí no hay señoritos, como en Madrid. Es una ciudad de obreros".

Uno de esos currantes, Alberto, disfruta de vacaciones y se pasea con su novia Eva, madridista reconvertida "para la final, porque el viaje nos cuesta un euro. Iremos en metro, y en eso ya les ganamos a los del Sevilla".

Roxy, segurata del Coliséum, se acostó a las cinco y a las siete estaba en planta. Testigo directo de la fiesta y también de la tragedia azulgrana, tiene varios motivos para sentirse feliz: "Soy igual que Ángel Torres: del Getafe y del Madrid. No veas la cara que tenían los jugadores del Barça. Me regalaron un pin. Pobrecitos..."

Ángel Torres y Pedro Castro han sido los mediáticos de la mañana en el centro. Pero es la hora de la siesta, los bares apuran sus cafés y en el norte el estadio permanece desierto. Alejandro mira sus fotos y un conductor, poco futbolero y muy despistado, grita esperando un flash, su momento de gloria: "¡Getafe a Primera!". No hijo, no, hace tiempo ya que ocurrió eso. Ahora, ayer, Getafe volaba mucho más arriba y muy azulona. Como su cielo.