Los curas ya tienen su Mundial

Fútbol | Llega la Clericus Cup

Los curas ya tienen su Mundial

Los curas ya tienen su Mundial

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Los domingos, el día del Señor, no habrá partidos. Pero la Clericus Cup promete competitividad y emociones. Y 'fair-play', un juego tan limpio como una patena. Comienza mañana en Roma el primer Mundial exclusivo para clérigos. 311 curas y seminaristas de 25 países diferentes. 16 equipos repartidos en dos grupos y una final digna de gran campeonato, en el Olímpico de Roma, a mediados de junio. Totti y el meta Angelo Peruzzi patrocinan el evento.

Cuentan que a Tarcisio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, se le apareció hace tiempo un ángel calzado con borceguíes. Tenía el pelo rizado y las piernas cortas, tipo Maradona, y le sugirió esta iluminación: "Haga usted, Bertone, un Mundial de fútbol exclusivo para curas". Bendecido por el mismísimo Benedicto XVI, la mano derecha del Papa dio forma y nombre a esa idea que llegó del cielo: la Clericus Cup. Un Mundial para clérigos que disputan en Roma, a partir de mañana, 311 curas y seminaristas de 25 países diferentes repartidos en 16 equipos. 14 de ellos pertenecen a colegios y seminarios pontificios de la capital italiana. Y como invitados acuden una selección del Vaticano y otra de la guardia suiza.

Jugarán 88 italianos, 25 brasileños, 10 mexicanos... Y cuatro españoles, entre ellos, el participante más veterano. Se llama Iñaki Yarza y tiene 54 años, todo un valiente. Curas de Vietnam, de Suráfrica, del Congo... Mezcla de culturas y colores unida por la misma fe, todos detrás de la pelota en un estadio de hierba artificial a escasos metros de la Basílica pintada por Miguel Ángel. El balón rodará bajo los ojos vigilantes de San Pedro, el primer cura de la historia. Los 16 equipos disputan una liguilla repartidos en dos grupos de ocho, sólo partido de ida, y los ganadores de cada campeonato acceden a la final con honores mayores, el próximo mes de junio, en un escenario simpar: el Olímpico de Roma. Allí tiene preparada ya una cabina Radio Vaticano, que narra todo el campeonato. Y no se trata una broma.

El campeón recibirá la copa de manos del tifoso Bertone, que le ha dado un nuevo y vigoroso impulso al rey de los deportes sobre los terrenos de la religión. Hace unos meses bromeó con la posibilidad de competir por llegar al Mundial (al bueno, el de verdad) con una Selección nacional del Vaticano, y ahora se ha conformado con negociar un torneo y varios patrocinadores. La ropa (no, no se juega con sotana) la facilita una conocida marca deportiva y los futbolistas Totti, del Roma, y Peruzzi, del Lazio, publicitarán el campeonato con su presencia. Segundo de Ratzinger y, por tanto, segunda autoridad de la Iglesia católica, Tracisio Bertone reparte su fe entre el catolicismo y su equipo del alma, la Juventus. Bertone ejerció incluso de comentarista deportivo en una tele local, y a menudo se sirve del deporte rey para sus parábolas. "Si Juan Pablo II fue un delantero inventivo, con Ratzinger la Iglesia encontró a un defensa capaz de sumarse al ataque, es el Beckenbauer del catolicismo", aseguró el secretario de Estado poco después de que la fumata blanca convirtiera a un alemán en Benedicto XVI.

Bertone, eso sí, no logró interceder por Moggi, ni por su Vecchia Signora ante la justicia italiana. Por eso la Juve está en Segunda. Los milagros quedaron para aquella tarde maradoniana, la del gol cósmico y la Mano de Dios. Y quién sabe si para esta Clericus Cup.

Tarjeta azul para evitar las blasfemias

Liga peculiar y, por tanto, reglas especiales: los partidos durarán 60 minutos (dos partes de 30), se podrá solicitar un tiempo muerto por equipo y no existe el límite de sustituciones. Además, a las reglamentarias tarjetas amarilla y roja se incorpora una de color azul. Al recibir esta amonestación los jugadores serán expulsados, pero no de manera definitiva, solamente durante cinco minutos. Mediante la tarjeta azul se sancionará, sobre todo, a aquellos jugadores que no sean capaces de contener su lengua: no está permitido blasfemar.