Esto está hecho
Ni pañolada ni dimisión de Capello. La Champions iluminó la velada, con un Madrid levantado por los killers de la Copa de Europa (Raúl 56 goles, Van Nistelrooy 52) y un Bayern que se aprovechó del torpe Cannavaro. ¡Todos a Múnich!

Miedo escénico. El fútbol no entiende de prejuicios ni de etiquetas. Si juega el Madrid y hablamos de la Copa de Europa (eso de la Champions es un anglicismo que nunca me convenció) y la cita es en el sagrado Bernabéu (el paraíso de las nueve coronas) toca dejarse de gaitas y aceptar que si existiese el 1X2 de la Unión Europea lo normal sería apostar todo al blanco. El de anoche era otro público, el de verdad, el que acude desde los cinco puntos cardinales de esa España que anoche disparó el share de Antena 3. Gentes llegadas desde Albox (Almería), Selva (Mallorca), Alaior (Menorca), Brujas (Bélgica), Cataluña, Extremadura, La Mancha, Murcia, Asturias... Todos arrimaron el hombro, alimentaron la autoestima de un equipo descabezado por culpa de un entrenador cobardón, italianizado y superado por la bravura y la verticalidad inicial de sus guerreros. Cuando iban 3-1 en el marcador muchos, los que no conocen este club, se frotaban los ojos. Lo triste es que Capello también titubeó. Tres goles en media hora es una sobredosis para la que no está preparado. Por eso atrincheró al equipo en torno a Casillas en el segundo capítulo de la batalla. ¡Porca miseria!
Raúl & Juanito. El súper capitán es el único al que me atrevería a comparar con mi idolatrado Juanito. No le hará falta pisar a nadie porque la vida le enseñó a guardarse la rabia en la taquilla del vestuario, pero ha heredado del genio de Fuengirola su pasión por este escudo sagrado. Raúl no entiende de crisis, bajones anímicos, seísmos institucionales ni listas negras. Él va siempre en first class. Depredador. Huele a Kahn y se excita, se viene arriba y ataca a la yugular hasta dejar al enemigo sin respiración. Le burló en el primero con la picardía del Lazarillo de Tormes y en el segundo colocó su bien amueblada cabeza para firmar su Europe's living a celebration número 56. Pichichi de la Copa de Europa, tres títulos le contemplan (7ª, 8ª y 9ª), afán por recortar distancias con Gento (6), ambición incontrolable, empeño por verse en la final de mayo en Atenas... Con gente como Raúl se puede ir por la vida. Kahn y Hitzfeld le temían. Saben de qué va esto...
Van fatal... Lo de Van Bommel es indignante. Debe ser que en su efímero año en el Camp Nou alguien le puso en vídeo el inadmisible corte de mangas que el brasileño Giovanni hizo hace diez años en este mismo escenario. El holandés errante, jugador de corte menor, metió un gol que dio la respiración asistida a un Bayern que estaba muerto, pero su macarrada le inhabilita para estar en el Allianz Arena en la vuelta del 7 de marzo. Falta de respeto a una afición que fue ejemplar. Van Bommel ensució la imagen de un club empeñado en escupir (como hizo Salihamidzic) contra el mejor equipo de la historia del fútbol. Nunca jugaron de blanco. Y eso no lo perdonan...
Robinho, piérdete. Con Capello no quiero insistir para no parecer obsesivo, pero me detengo en el único capítulo en el que el italiano ha acertado hasta la fecha. Lo de Robinho ya provoca alarma social. Un ángel maligno le ha secuestrado el duende, el arte, ese talento que todos vimos en una noche mágica de Tacita de Plata y Carranza hechizado. Robinho es una caricatura andante, torpona y sospechosa. Desde que salió, el Madrid jugó sólo con diez...
¡Viven! Me apuesto tres a uno a que el Madrid se mete en cuartos de la Copa de Europa. El Bayern sólo se aprovechó de la cicatería de Capello, empeñado en alejar a su equipo del 4-1. Pero en 1981 ya se ganó al Carl Zeiss Jena por 3-2 en la UEFA y en la vuelta se pasó tras empatar a cero. Esto está hecho. Y el sábado, el clásico del Calderón. Tres puntos fijos. Atleti al rescate. ¡Adelante!