Pinilla, 17 años después de debutar en Primera

Primera | Nàstic

Pinilla, 17 años después de debutar en Primera

Pinilla, 17 años después de debutar en Primera

josep maria lago

El 18 de febrero de 1990 Antonio Pinilla debutaba en Primera División. Sustituyó a Julio Salinas en el minuto 66 de un Rayo-Barça (1-4). Desde entonces, el jugador no sólo ha escrito su historia, sino que ha sido testigo de más de una década de cambios. AS quiso homenajearle.

Antonio Pinilla dice que en el Barça aprendió la grandeza del fútbol, el sueño del debut, el afán por ganar y obtener títulos. En el Mallorca, donde jugó una temporada, entendió la realidad del deporte: "No todos son alegrías. Allí vivimos un descenso. Hay fútbol más allá del Barça. Hay otros equipos más modestos". Del Albacete se queda con sus gentes, humildes. Su mejor etapa la vivió en el Tenerife: "Fue mi madurez. Disfruté los mejores momentos del club y su decadencia. Estuve a punto de llegar a una final de la UEFA". Del Salamanca se lleva decepción. "Teníamos un equipazo y no subimos". Y, por último, el Nàstic le ha robado el corazón, y se ha convertido "en el club de mi vida. Cuando ya eres mayor, disfrutas más del juego, de los éxitos".

Mañana se cumplirán 17 años del debut de Pinilla en Primera. Después de Pablo Alfaro (Racing), es el jugador que más tiempo lleva en la elite, algo que le convierte en testimonio de los grandes acontecimientos que han cambiado el fútbol. "Mi primer recuerdo importante se remonta al Mundial del 86. Para mí fue el mejor, con un Maradona estelar. Me gustó España. Tenía 15 años y me levantaba por la noche para verlo".

A esa edad, Pinilla ya jugaba en las categorías inferiores de la Selección. "Cuando se conoció que los Juegos Olímpicos del 92 serían en Barcelona, hacíamos cuentas para ver si podíamos estar". Dicho y hecho. Pinilla jugó con una generación irrepetible, con jugadores de la talla de Kiko, Cañizares, Alfonso, Guardiola, Hierro... "De todos ellos con quien aún mantengo contacto es con Ferrer. Jugamos juntos en el Barça", dijo el futbolista.

En sus inicios, el jugador catalán coincidió con uno de los mejores entrenadores que han pasado por la Liga, Johan Cruyff. Pinilla vivió los éxitos en Barcelona y en Tenerife, pues también fue protagonista de aquellos dos famosos finales de infarto en la Islas Afortunadas (como se conocían en Barcelona). "Es algo anormal que se ganen tres Ligas seguidas de esa manera, pero pasó. Más allá de los éxitos, Cruyff cambió la mentalidad del juego. Por primera vez, se comenzó a tener en cuenta la posesión. Al final, creo que el fútbol está por encima de los resultados. Por ejemplo, del Mundial de España'82 me acuerdo del equipo titular de Brasil, pero no del de Italia, y eso que fue campeona".

Ley Bosman. Aún en el Tenerife, viviendo el ocaso de una de las revelaciones de los 90, Pinilla padeció el inicio de la Ley Bosman, que trajo a los clubes la locura de fichar extranjeros a mansalva, como quien recoge caramelos al paso de la cabalgata de Reyes. "Esta ley tuvo un mensaje apocalípitico, y no fue para tanto. Con el tiempo se normalizaron las cosas, pero al inicio sólo venían extranjeros, no se valoraba la cantera".

Quizás, esa mala interpretación de la norma provocó un freno a la Selección española. Pinilla, quien nunca debutó con la absoulta, cree que "hay una psicosis con la Selección. Siempre se ha pecado de fallar en la alta competición y eso genera falta de confianza. Pero hay jugadores, y con el tiempo seguro que se conseguirá algo importante. Se debe superar esa barrera psicológica".

Pinilla no estará mañana sobre el césped de El Sardinero (lesión en los isquiotibiales), pero ya puede presumir de alcanzar 17 años en la elite. Algo que está al alcance de muy pocos. Sólo de los genios.