Resurrección en Manchester

Amistoso | Inglaterra 0 - España 1

Resurrección en Manchester

Resurrección en Manchester

España mejoró su imagen y se alzó con un triunfo de prestigio. Iniesta decidió con un golazo. Muy bien Capdevila y Albelda. Inglaterra, impotente

¡Por fin una alegría! Y gorda. Por el prestigio que supone mojarle la oreja a Inglaterra en su casa, por el golazo de Iniesta y, sobre todo, por el subidón de moral en la vena de la Selección con vistas a los euro-compromisos de marzo. 2007 arrancó bien en campo complicado. Que siga la racha.

La puesta en escena fue para huir por la izquierda. Los españoles, digo. A los 37 segundos, los ingleses ganaron su primer córner. Y allí ya se sabe que lo celebran como si fuera un penalti, con un rugido brutal. Antes de cumplirse el minuto 2, los de McClaren parecían eso, un bólido, pues contabilizamos hasta cinco intentos de remate ante un Casillas que se arremangaba.

Gerrard no había mentido: "Propondremos un partido físico, que es lo que menos les gusta a los españoles". Fue verdad, pero poco. Hasta el minuto 8 no la tocamos, luego los que la tocaron sin gracia fueron ellos. Villa tiró entonces al lateral de la red rival, enseñándonos que Inglaterra tenía portero. Fue el chispazo que la Selección necesitaba para empezar a creer, lo que equivale a tener la pelota y con ello obligar a correr a los ingleses para atrás y hacia los lados, no en vertical que es lo que de verdad les gusta, la manera que pueden hacer daño. De pronto, Angulo inventó un pase brasileño, de cuando Brasil era Brasil, y dejó a Morientes ante Woodgate: recortó el Moro y cuando el tanto se cantaba chutó fuera, alto, tras botarle malamente la pelota el instante antes de conectar el remate. El 0-1 pudo llegar por tanto mucho antes.

A partir de ahí cambió definitivamente el partido. Inglaterra se estrelló ante el orden español. Albelda se erigió entonces en el eje que espera Luis que sea siempre. Capdevila se ganó el puesto de lateral zurdo anulando a todo rival que intentó subir por su banda. Puyol y Sergio Ramos pintaron la línea a Crouch, al que acabaron aburriendo: cada intervención del gigante era falta en su contra. Iker no volvió a ser puesto a prueba más que en un doble remate... en fuera de juego.

No era encaje de bolillos, pero sí una España radicalmente distinta a lo acostumbrado. Sobre todo en concentración y talante ganador. Jugando como ayer, el equipo no habría perdido en la vecina Irlanda ni en Suecia, y su porvenir en la Eurocopa estaría despejado.

El factor Valencia. El último invento, el bloque del Valencia, funcionó. Silva es mucho Silva. Angulo es fiable. La pareja de arriba se movió bien y Albelda, dicho está, que fue de lo mejor. No es la primera vez ni será la última que una selección se monta alrededor de un equipo; el factor Valencia funcionó y todo invita a pensar que el seleccionador mantendrá la apuesta en los partidos de la verdad.

Alrededor de Albelda y compañía, el equipo se juntó y supo lo que debía hacer en todo momento, en un partido planteado en dos partes, importante la segunda cuando Ángel y Javi Navarro entraron por Puyol y Ramos, que faltarán ante los daneses por sanción y había que darles bola. Navarro estuvo espléndido. Normalmente, el titular ante los nórdicos (24 de marzo, Santiago Bernabéu) iba a ser Juanito, el bético. Luis tiene un problema agradable: Javi demostró su fiabilidad.

E Iniesta, claro. Los cambios de la segunda mitad llenaron el equipo español de tocadores, al mando del centrocampista azulgrana, probablemente el mejor jugador de la Liga española en este momento. Caído a la izquierda, con su colega Xavi cerca, Villa enganchando y Torres arriba, Iniesta le fue dando a España ese toque de distinción tan suyo: para quitarle la pelota hay que apuntarle con una pistola. El gran golpe llegó en el minuto 62. El Guaje se fue por la izquierda y envió un gran centro buscando al Niño, el central Ferdinand prolongó el envió que le cayó a Iniesta al borde del área: se acomodó y batió a Foster de un disparo alto, colocado, mortal de necesidad. El rugido fue entonces español, los 300 becarios del programa Erasmus al mando de Manolo el del Bombo se desgañitaron cantando ese gol que le daba ventaja a España y lejos de casa: lo casi nunca visto.

A todo esto, Inglaterra braceaba sin ninguna chispa. Lampard jugó un partido malísimo, tanto que en realidad no jugó. Gerrard, el del partido físico, tampoco fue el líder del Liverpool. Sus jóvenes acompañantes parecieron formar parte de un Erasmus futbolístico. Las presuntas nuevas estrellas de la Premier League se estrellaron ayer. Richards, Barry, Defoe, Downing, pasaron por el partido sin peso alguno, ni fu ni fa. Las incorporaciones de los Neville por sus bandas propiciaron algún susto, más por lo que podrían provocar sus centros, un cabezazo de Crouch, un rechace afortunado, que por lo que en realidad pasó: casi nada. Y cuando la pelota revoloteó por el área española, Casillas limpió el peligro con total autoridad. Gran noche para Iker, que celebró el triunfo abrazando a Capdevila: la criatura no se acordaba de lo que es ganar...

Inglaterra decepcionó y convendrá no perderse la lectura del partido en los tabloides de hoy, pobre McClaren. Porque en todas partes cuecen habas y allí muy especialmente si su selección no está a la altura, como sucedió en esta ocasión. España vuelve de la isla con un empate a dos de la Sub'21, que llegó a dominar por 0-2, y el triunfo de anoche. No sé ustedes, pero un servidor no se cambiaba por ellos. Sí, les faltaban Rooney y el capitán Terry, sobre todo Rooney. Pero dudamos que con otro delantero hubiera cambiado tanto el equipo aunque se trate del 9 del United, punta de los de verdad.

La definición. A nuestra Selección le falta precisamente eso, un matador, definición ofensiva. Es un mal de muchos que no puede servirnos de consuelo. Atrás nos manejamos bien, en el centro del campo existen posibilidades varias de combinar músculo y toque, pues anoche no apareció Xabi Alonso, por ejemplo.

El problema sigue estando arriba donde sólo Villa parece indiscutible. Torres no acaba de ser el del Atlético, un fijo en el equipo nacional por su calidad y rapidez. Fue ese el único lunar, la mayor preocupación con vistas a los partidos oficiales en los que nuestro fútbol se jugará de verdad el prestigio y las judías.

Pero ganarle a Inglaterra pone. Luis le tiene tomada la medida a este equipo, al que ya ganó España bajo su mando en el Bernabéu, también por un gol a cero. En suelo inglés no lo conseguíamos desde 1981, cuando en el viejo Wembley ganó España por 1-2 con goles realistas de Satrústegui y Zamora. Entonces, como ayer, sacamos pecho. Nos lo metieron para dentro meses después, en el desdichado Mundial 82, pero habíamos quedado en que 2007 arrancó a lo grande. Corramos un tupidísimo velo y festejemos este triunfo de altísimo valor moral. Algún día celebraremos triunfos de campeonato.