Cuando Malcolm Glazer compró el Manchester United por 1.199 millones de euros en 2005 no lo hizo a lo Abramovich (cediendo su fortuna personal), sino endeudando al club: ahí está la clave del fichaje de Cristiano Ronaldo. Los Glazer pueden sacar las deudas adelante sin tener la necesidad urgente de vender a nadie, pero un traspaso importante les permitiría aligerar un poco el cinturón aunque dejaría a Ferguson iracundo. Saber equilibrar las cuentas con las exigencias del escocés será cosa harto complicada.
El millonario norteamericano, dueño también de los Tampa Bay Buccaneers de la NFL, provocó la furia de la afición del United porque inundó al club de deudas. Tras refinanciar la compra el pasado junio, el préstamo es ahora de 1.001 millones de euros, lo que supone 94 millones de pagos anuales. El pasado verano, Sir Alex tenía dinero para fichar a un par de buenos jugadores: compró por 27 millones a Carrick y prefirió guardar el que tenía destinado a Torres por si necesitaba un nuevo centrocampista (que será Owen Hargreaves, por el que ha ofrecido 30 millones). Se ha gastado 91 millones menos que el Chelsea en el mismo periodo pero no hay más presupuesto disponible.
Ni siquiera el aumento de 21 millones en los derechos televisivos según el nuevo acuerdo, ni el nuevo patrocinio de AIG (otros 21 millones) ni los ingresos por el aumento de aforo de Old Trafford (que podría reportar unos 15 millones anuales) les permite respirar con tranquilidad. Cada penique cuenta y los Glazer ya le han advertido a Ferguson que sólo podrá hacerse con un gran jugador por temporada o varios menos buenos: tiene 30 millones anuales para los próximos cinco cursos.
Tras ocho años como el equipo que más ingresa del mundo, el Madrid, que dobló sus entradas gracias principalmente a David Beckham, le superó el año pasado. Aún así las cuentas irán saliendo mientras no se cometan demasiados errores deportivos (eliminaciones europeas, fichajes caros y de escasa efectividad). El dinero por Cristiano Ronaldo iría bien porque reduciría los enormes pagos del préstamo gigantesco. El mayor problema es que no repercutiría directamente en el presupuesto de fichajes: por eso, Ferguson hará del futuro del futbolista una cuestión personal.
