Los números no engañan: la Premier sigue estando complicada para el Liverpool y el Arsenal, pero menos que hace tres días. Y los técnicos de ambos equipos no van a dejar pasar ni una para convencer a los suyos de que todavía es posible aprovecharse de cualquier desliz del United. Lo de cazar a un Chelsea convulso (a cinco puntos del Liverpool y a seis del Arsenal) parece más probable, pero las miras están mucho más altas: el líder está a once y doce puntos de distancia, respectivamente.

A Rafa Benítez le avala la consecución de 28 de los últimos 33 puntos y la sensación de que por fin el equipo no es inferior a nadie tras ganar al Chelsea en liga por primera vez en tres años. "El sábado demostramos que somos un muy buen equipo, pero debemos permanecer tranquilos respecto a nuestros objetivos. Estamos cinco puntos por detrás del Chelsea y esto es una maratón, pero vamos a luchar para acercarnos más a los de arriba", apunta Benítez.

Como Valencia.

El paralelismo con su Valencia que remontó una diferencia casi insalvable para ganar la Liga al Madrid es inevitable: "Mis jugadores se sienten tan confiados en nuestras posibilidades como lo estaban los del Valencia", dice.

A José Mourinho le envía los mejores deseos y, a escondidas entre su declaración de buenas intenciones, envía un reto y una duda: "Cuando un entrenador tiene problemas, uno debe demostrar que es un buen manager. Creo que él lo hará". Arsène Wenger tiene una relación más tensa con el portugués y su mensaje lleva más quinina: "Yo no podría dejar un club que tiene 200 millones de libras de deudas por mis decisiones, ni siquiera tras ganar tres Ligas".

La estrategia psicológica de Wenger es diferente a la de Benítez: por un lado admite la debilidad del Chelsea, que ha ganado solamente uno de sus últimos cinco encuentros, mientras que admite lo difícil que será alcanzar al United. "Todavía son favoritos para ganar la Premier y tengo la impresión de que no van a ceder su posición. Aunque si perdieran sería una gran decepción para el club y Ferguson". A Wenger le sorprendió la actitud de sus rivales el pasado domingo: "querían matar el tiempo y eso se volvió en contra suya. Diez minutos antes del final se sentían campeones, pero al final del encuentro ya no podían decir lo mismo". Con esa sugerencia de cierta debilidad psicológica de los de Ferguson, Wenger enseña el camino a seguir por los equipos que quieran arañar puntos al United. "Los que quieran ganarles o empatarles tendrán que jugar hasta el último segundo como mis jugadores".