"¡Traidor, cobarde!". Florentino no se esperaba este recibimiento. Aunque el sábado meditó ir a votar a las 11:00, al final compareció sesenta minutos más tarde. "¡Maldita la hora!", debió pensar al cruzar la Puerta A que daba acceso a los socios más antiguos. Él iba con su carnet número 3.998. De poco le sirvió. Los años de antigüedad no garantizan el cariño y Florentino lo descubrió de la forma más severa.

Su primer error fue no esperar la cola de socios (a esa hora superaba los 50 metros) y tirar hacia dentro para abreviar el trámite. Ahí empezaron los gritos: "Guarda la cola como el resto", "¿Qué te has creído? Espera tu turno al sol como todos". El ex presidente, desconcertado, no miró atrás y enfiló hacia la carpa habilitada frente a la Puerta 0, donde votó el resto de socios. Llegó a la Mesa 3 en medio de un murmullo. Los vítores de hace dos años se perdieron en el silencio de la sala. Votó y alguien rompió el hielo: "¡Traidor! ¿por qué te fuiste?". Se sitió incómodo. En la puerta de salida nos cruzamos. Me dio la mano educado, pero con gesto crispado. A la salida le esperaban Villar Mir y un ejército de cámaras a diez metros de él. Parecido al día en que en el Foro Ferrándiz-AS se le ocurrió soltar una bravata que se ha vuelto en su contra: "Si me presentase, ganaría las Elecciones seguro".

A casa. Cuando se detuvo ante las televisiones, llegó lo inesperado. Una veintena de socios le increpó: "¡Vete ya, cobarde! ¡Traidor!, ¿por qué dimitiste?". Se sintió mal, rectificó en su intención de hablar, apartó una valla y se perdió junto a la Puerta 0 solo e incomprendido. Justo la misma puerta por la que hace dos años cruzaba entre aplausos para acceder al Palco. Hundido, se fue a casa. Por la tarde viajó a París, donde hoy tiene una boda. El mismo sitio donde empezó su declive. 14 de febrero de 2005. Boda de Ronaldo. ¿Recuerdan?