17. Joaquín Sánchez, un junco fino de cintura

Mundial 2006 | España, del 23 al 1

17. Joaquín Sánchez, un junco fino de cintura

17. Joaquín Sánchez, un junco fino de cintura

A punto de cumplir los 25 años, jugará su segundo Mundial. Tras amagar varias veces con su salida del Betis, parece que este verano será decisivo para el extremo. La incógnita a resolver es el destino: Chelsea, Juve, Real Madrid, Valencia... Todos le quieren.

Todo lo que le pasa a Joaquín es porque es bueno. Bueno, buena persona". Melli, el joven defensa bético de Barbate, tan de la provincia de Cádiz como el portuense Joaquín Sánchez, soltaba estas reflexiones con la solemnidad del viento de Poniente, en el corazón de la marisma, delante de un arroz con pato. Pero Melli sabía muy bien de lo que hablaba.

El 12-2-2006, el Betis de Lorenzo Serra Ferrer sufrió una derrota traumática ante el Deportivo de Joaquín Caparrós, viejo enemigo íntimo de Serra. En el minuto 90, un fallo de Melli abrió el camino al tanto del triunfo deportivista y al desastre bético. Incendiado, Serra montó guardia en el túnel de vestuarios para ajustar cuentas con Melli. Cuando el todavía entrenador del Betis empezó a lanzar cargos contra el barbateño, llegaban al túnel los demás jugadores del Betis. Ahí, Joaquín Sánchez se topó con la escenita en las entrañas de Heliópolis, se dirigió directamente al furioso Serra: "Míster, que aquí cuando ganamos, no es usted el único que gana, y cuando perdemos, no pierden sólo los jugadores". Y se acabó lo que se daba.

Testigos del suceso se hacen lenguas del pasmo balear de Serra ante la majestad tartésica de Joaquín: podía haber sido la majestad de Rafael de Paula. O el temple callado de Antonio Benítez, el crack jerezano del Betis de los 70, campeón de la I Copa del Rey. O el arte sublime de Benito Rodríguez Rey, el Beni de Cádiz, que dibujó a compás de una bulería la frase que mejor puede retratar a Joaquín y su fútbol: "Eres fina de cintura como un junco marinero, pero tienes una hermosura y un embrujo traicionero". Ole, Beni: ahí baila la sal de la espuma de las olas que salpican al vaporcito de la Bahía, el que aún une Cádiz y El Puerto...

Joaquín Sánchez, Juaqui, es uno de los ocho hijos que Don Aurelio Sánchez fue criando en el Barrio Fermeza, tercera fase, Puerto de Santa María, provincia de Cádiz. Lucas y Ricardo, dos hermanos de Joaquín, jugaron bien al fútbol. Ricardo, en el Cádiz. Recuerdos de Joaquín: "El que lo viera en sus tiempos, sabe que Ricardo es más técnico que yo. Lo que yo tengo es más velocidad. Yo me fui fijando siempre en las cosas que hacía Figo por la banda derecha. Y antes, Michel. Los que me gustan a mí son los que juegan bien a esto: Laudrup, Zidane..."

En la numerosa familia de Joaquín se pasaron bastantes apurillos. De esas fatiguitas, Don Aurelio, que ha hecho de todo, incluso echarse a la mar, extrajo el suficiente temple como para enfrentarse sin pestañear y para negociar con Manuel Ruiz de Lopera, otro premio extraordinario en la universidad de la calle. Cuando va a los entrenamientos del Betis, Don Aurelio, mentor "honoris causa" de los pasos de Joaquín, invita a la Prensa a una copita de manzanilla.

Y a las horas en que Lopera suele canalizar números en su búnker sevillano de Jabugo, Don Aurelio Sánchez, un sultán, es el director de orquesta de las partidas de dominó en "El Chino", el bar de la familia Sánchez en El Puerto de Santa María. Algún día, cuando mete un buen gol en Heliópolis, a Joaquín se le viene arriba el arte y alza los dedos al cielo. Esa dedicatoria va por su tío Joaquín: él era "El Chino". Él ya está en el cielo: "Él creyó en mí como futbolista. Por lo menos, mi padre puede disfrutar de lo que ahora tenemos, después de 'tó lo que hemos pasao', pero mi tío Joaquín, no", cuenta Joaquín Sánchez para sus adentros.

Londres y Madrid.

Mourinho hizo todo lo que pudo para llevarse a Joaquín al Chelsea. Fue imposible. ¿Qué va a hacer en el frío de Londres uno que lleva en el paladar la sal cálida de la Bahía de Cádiz, que se deja ver siempre que puede por las barreras de la Real Maestranza de Caballería, y que disfruta con los toreros de arte y con las chirigotas del Carnaval del Gran Teatro Falla? En Londres vivirán bien los "fans" del Arsenal, del Chelsea, de la caza del zorro y de Tony Blair. No Joaquín: a Joaquín Sánchez le gustan los toreros de arte, como sus amigos Jesuli de Torrecera y Morante de la Puebla y Curro Romero, invitados a su boda portuense con Susana, en 2005. Allí estuvieron Lopera y Serra, con la segunda Copa del Rey ganada por el Betis. Joaquín se ríe con las letras de Beni de Cádiz o Martínez Ares (él pronuncia "Jare" lo que se escribe "Ares", no hay forma...). Y las chirigotas y comparsas que monta otro de sus amigos, Luis Galán, un genio del asunto. ¿Cómo se iba ir a Londres? Hombre, si el Madrid se hubiera puesto más farruco, y con El Puerto a tres horitas de AVE y autopista, pues ya hubiera sido otra cosa. En el Betis lo ha sido todo.

El Mundial.

Lo que pase con España en Alemania puede ser como muy definitivo para el futuro de Joaquín. Al empezar la primavera, Lopera manejaba una espléndida oferta de la Juventus de Moggi, pero de eso parece ya que hubieran pasado siglos: la Juve no está para ofertas, Moggi ha descendido a los infiernos y el presidente Lopera está sumergido en graves consideraciones de retiro. De Lopera sí se sabe que dijo a sus jugadores: "Como bajemos, de aquí no se mueve ni el gato". Al fin, el Betis no descendió, y Lopera ha decidido dejar la presidencia.

Pero, de todo lo que se agitó en Turín, una cosa quedó clara: era Fabio Capello quien quería a Joaquín vestido de blanco y negro, como Luis del Sol en los años 60. Todas las gazzettas y corrieres describían a Joaquín como "el niño bonito" o "el preferido" de Capello. Era su apuesta de futuro: 15 o 20 millones de euros, más uno o dos jugadores. Y si Capello se va de Turín y termina volviendo al Madrid, a ver...

No sabemos lo que pasará con Joaquín, el hijo de Don Aurelio, el sobrino de "El Chino", el heredero de la clase de Antonio Benítez, el que canta la bulería del Beni por las curvas de la banda de Heliópolis. Es capaz de subirse descalzo al vaporcito de la Bahía, con unos guiris ingleses. Es tan fino de cintura como para enamorar a Capello. Tiene arte. Pero sobre todo, es un estupendo ser humano: lo que dice Melli.