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Primera | Barcelona 2 - Espanyol 0

Impiadoso Ronaldinho

Marcó el segundo y condena al Espanyol a sufrir

Fabián Ortiz
Actualizado a
<b>PASO AL CAMPEÓN. </b>El Espanyol hizo el pasillo de honor al Barça, antes de caer derrotado. En la imagen, Ronaldinho.
fontcuberta / molina / mira

El Camp Nou celebró el título de Liga y, de paso, también le dio un empujón hacia el borde del abismo a su vecino ciudadano. El derby de campeones fue bastante parecido a un bodrio, pero lo de menos anoche era el fútbol. El Barcelona tenía motivos para celebrar, con independencia del resultado y del trámite que utilizara para llegar hasta pero, encima, ganó. El Espanyol, que acudió a la cita con el alma encogida, temía asistir a un aquelarre culé en el que él fuera la víctima del sacrificio. Bastaron algunas apariciones de Ronaldinho (vital la del 2-0, que liquidó el encuentro) y varias buenas paradas de Jorquera para reabrir el cava.

El partido fue un asunto extraño, en el que casi siempre pareció que el Barça -que jugó con casi todos los titulares, sin reservas- pasaba de todo e interpretaba una pachanga, ante un Espanyol que se limitaba a celebrar que no le hicieran daño. Pero resulta que no, que el Espanyol llegó, tal vez más que en ningún otro derby, aunque fue nefasto en la definición, cuando no topó con un inspirado Jorquera.

Si la teoría del caos afirma que el aleteo de una mariposa al otro lado del mundo puede generar un cataclismo en este otro, la teoría del desastre en el ecosistema españolista también depende de algo tan sutil. No estaba haciendo nada el Barça, cuando Etoo se coló hasta el fondo por la izquierda y centró atr entonces Jarque puso el pecho, como queriendo ceder la pelota a Gorka, y se la coló entre las piernas. Bastó eso, un despiste, un gesto técnico mal ejecutado, para que el Espanyol comenzara a perder.

No lo merecía, porque lo poco que ofreció el partido hasta ese momento, y desde entonces hasta el descanso, fue blanquiazul. Jarque, Zabaleta (dos veces), Juanfran y, sobre todo, Luis García, probaron suerte pero encontraron desgracia: mala puntería una veces, precipitación otras, Jorquera en las restantes. El Barça se fue al descanso con un aviso de Larsson que desvió Gorka.

Al volver, con Pandiani en el campo, el Espanyol tuvo el 1-1, pero el uruguayo le dio flojito y Sylvinho salvó en la línea. Y enseguida, Ronaldinho: recogió un rechace de Gorka, tras un tiro de Larsson, y firmó el 2-0. De zurda. Y se acabó. Porque aunque el Espanyol insistió y volvió a disparar (Domi, Pandiani, Tamudo), lo cierto es que no se lo creyó nunca. Sólo Zabaleta, infatigable, pareció convencido.

Ahora toca sufrir. Los culés, pensando en la final de la Champions. Sus vecinos, 24 años de visitas sin victoria, con la mente en la Real Sociedad.