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IVÁN CASTELLÓ / AS.COM

ZZ: Y el fútbol llora

Actualizado a

Lo deja al final del Mundial. Hasta allá, que no es poco, llegará la carrera de Zinedine Zidane, el mejor jugador de origen árabe de la historia del fútbol, el mismo que le puede hablar de tú a Michel Platini, el mejor francés. Es Zizou el último romántico, el ejemplo de un profesional ejemplar, sin el aderezo de la 'dolce vita' sino con el recuerdo de su juego honrado, brillante, sin dobleces. Nunca se escondió, ni en los malos momentos, y toma el camino de salida renunciando a un año más de contrato. A otra millonada anual.

Pero así es él. El jugador impasible, el autor del gol más bello jamás marcado en una final de la vieja y todavía apasionante Copa de Europa en su formato de Champions. Fue en Hampden Park. Ante el Bayer Leverkusen. Pase de Roberto Carlos y ¡zumba! Golazo con la izquierda sin dejarla caer. Sólo por ese segundo de gloria mereció el precio alarmante de su fichaje, unos 14.000 millones de pesetas en los primeros años del florentinato ganador.

Físicamente ya no estaba bien. Pero no se escondió. De hecho, ante el Málaga, el equipo revivió por él. Sus marsellesas, sus 'roulettes', su gol al Depor en el Bernabéu o al Barça en el Camp Nou, su criterio, sus cambios de juego brasileños...

Le faltó, quizás, mercadotecnia, un asesor de imagen, para alcanzar más cumbres individuales. Pero es así. Introvertido francés que nunca jugó en el Olympique de Marsella, el equipo de sus sueños adolescentes en La Castellanne, el suburbio marsellés en el que creció. La escuela de fútbol del Cannes lo pulió, el Burdeos lo consagró (finalista de la UEFA con un gol desde el medio campo en el Benito Villamarín para temblar), la Juventus lo moldeó y en el Madrid explotó. Porque fue mejor futbolista que en Italia. Claro. La Liga de los Ases es el coto privado de los mejores. Di Stéfano, Cruyff, Maradona, Ronaldo, Zidane, Ronaldinho... Sólo faltó Pelé. Él se lo perdió.