Como siempre, pero tal vez más que nunca, el Barcelona se aferra a la coleta de Ronaldinho para cabalgar con él hacia la anhelada segunda Copa de Europa. Milán puede ser una escala en el camino hacia París, sede de la final, pero quizás se convierta en la estación donde descarrile el tren blaugrana, que ya sabe lo que es llorar ante un manojo de camisetas rojinegras. Si este Barça quiere graduarse cum laude entre los nuevos grandes del continente debe superar estas semifinales con autoridad. De ahí que desde Frank Rijkaard (que le dio descanso ante el Villarreal y le permitió casi no entrenarse en toda la semana) hasta el último de los culés vean en Ronaldinho al salvador que ya fue en la liguilla de la pasada edición, cuando con un gol a dos minutos del final rescató al equipo de un destino fatal.
Es Ronaldinho porque no estarán Deco (sancionado), Messi, Larsson ni Xavi (lesionados). Y porque hasta Etoo, aun con su gran cuota de gol, no es el mismo cuando falta el brasileño. La pregunta recurrente en Milán es '¿cómo se para a Ronaldinho?'. Cafú, que lo conoce bien, dice saber la respuesta. Carlo Ancelotti, el técnico, asegura lo mismo. Visto el Barça sin su estrella, es lógico pensar que para llegar a la final de París la clave está en frenarlo.
El Milán, en tanto, lamenta la baja de Inzaghi, su goleador enrachado (con fiebre), pero confía en la pegada de Shevchenko (28 en 35 partidos este año), la lucidez de Pirlo en el manejo y la quinta velocidad de Kaká para asomarse al área rival. En la presión y la circulación rápida estará el partido, que se anuncia intenso pero con cautela.
Se llenará San Siro y no faltará de nada. Para los que son amantes del buen fútbol hoy es un día grande.
San Siro se llenará, pero con menos culés
El Barcelona es más que un club y, sobre todo, es un club diferente. Presume de haber superado la barrera de los 130.000 socios, pero resulta que en su estadio no caben 90.000. Y cuando se trata de viajar y animar a su equipo, la 'gent blaugrana' prefiere la comodidad del sofá y la 'tele'. Tras apuntarse en número superior a 5.000 para comprar las 3.500 entradas que el club disponía para esta noche, muchos aficionados culés decidieron que los precios de los billetes de avión y la reciente celebración de la Semana Santa ponían este viaje a Milán lejos de su alcance. Así, se devolvieron al Milán 1.861 localidades, que ayer volaron de las taquillas del Giuseppe Meazza. El estadio milanés registrará un lleno histórico, con 76.858 entradas vendidas y una recaudación superior a los tres millones de euros.
