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Primera | Alavés 0 - Real Madrid 3

Zarpazos de tigre dormido

Dos goles de Ronaldo y otro de Guti sentencian un partido sin mucho fútbol. El Alavés plantó cara hasta el primer tanto. El Madrid sigue sin brillar

Actualizado a
<b>CURIOSO FESTEJO</b>. Así celebraron Ronaldo, Robinho y Roberto Carlos los dos tantos conseguidos por Ronie. Ese curioso festejo, tipo cucaracha, ya lo ensayaron los brasileños durante los entrenamientos de la pasada semana.

Se suele decir que en campos como Mendizorroza se ganan las Ligas y recuerdan los más optimistas que en idéntico estadio empató hace muy poco el Barcelona, no entraremos en los postes y en la inspiración celestial de Bonano. Se puede uno entusiasmar con el generoso resultado, con la clasificación, con los datos objetivos, con los números en general y con los goles de Ronaldo en particular, pero resulta mucho más complicado entusiasmarse con el juego del Real Madrid.

Después de acumular mala suerte en los últimos partidos (el gol fantasma, el árbitro precox...), el Madrid liberó ayer lastre y ya le quedan menos vidas. Quiero decir que el primer gol de Ronaldo, el que abrió los candados, no fue consecuencia de una maduración lógica ni producto del dominio o del empuje, no. Fue una acción totalmente aislada, tan aislada que no se asoció con una jugada ofensiva sino con un rebote insólito en la cabeza de los centrales del Alavés, que vigilaban la internada de Baptista.

El balón que salió de aquel embrollo, sin presente ni pasado, botó seductor frente a Ronaldo, como botan esos balones que nos encontramos de vez en cuando en la calle y que piden a gritos una patada exagerada y sin rumbo definido, de esas que nos sirven para liberar estrés y poner en órbita un zapato, los niños gritando, señor, señor, mi pelota. El pie derecho de Ronaldo escupió un misil como el nuestro, pero mejor dirigido.

Para que el Madrid se pusiera por delante había sido necesario que pasara una hora de fútbol insustancial, distraído, insoportable, plagado de imprecisiones, el balón convertido en un elemento incontrolable, en un melón. En definitiva, el colista ejerciendo de colista y el Madrid sin ejercer de nada.

Pero empecemos por el principio. Luxemburgo cumplió su amenaza de no alinear a Robinho y tal vez para calmar a las masas dio entrada a Guti, al que sitúo por la izquierda, pero no muy cerca de la cal porque los traumas hay que superarlos poco a poco. Beckham, de natural poco amigo de los precipicios, ocupaba el otro flanco. Baptista y Pablo García, el pivote.

El resultado de esa combinación no fue muy diferente al que hemos podido ver en otros partidos: salida lenta del balón, atasco por el centro y juego sin más profundidad que los pases largos que Beckham envía a los delanteros, centros aéreos que no agradan mucho a Ronie (los prefiere rasos) y que el Raúl actual no aprovecha. ¿Que qué tal Guti? Tan gris como la mayoría. Algunos buenos pases y varios errores de esos que son alas para el contrario. Es como si la titularidad fuera una concesión burguesa para un rebelde como él. Es como si sólo fuera capaz de jugar en busca y captura. No obstante, con todos los defectos que queramos encontrarle, su talento inconstante le sitúa muy por encima de los vigilantes jurado que le suelen quitar el puesto.

Fervor local. La indefinición del Madrid animó al Alavés en la primera parte. Les ocurre a muchos rivales. Salen timoratos y se envalentonan a los cinco minutos. Un error de Ronaldo en la cesión originó la mejor ocasión local: una contra de Bodipo que el delantero frustró en el remate. Una ligera (e inteligente) carga de Sergio Ramos desequilibró al ariete en el último instante.

Pero a pesar de su entrega, no tiene mucha munición el Alavés en la Santa Bárbara. Su mejor jugador, Nené, está demasiado escorado a la izquierda y apenas entra en juego. De Lucas, otro de sus futbolistas notables, da la impresión de encontrarse muy solo. Los delanteros no están bien y la defensa peca de falta de contundencia, pecado mortal para unos especialistas que deben ser eso primero y luego todo lo demás.

Si hubiera que buscar al mejor madridista de la primera mitad, tal y como hace el Carrusel Deportivo, habría que citar a Baptista, más por voluntad que por acierto. Pero en su caso la voluntad acaba por mover montañas, porque Baptista es un maciste que es difícil que no se salga con la suya si se empeña y por eso es un desperdicio mayúsculo no acercarlo más al área, donde resulta peligrosísimo. En baloncesto sería un ala-pívot al que hacen jugar de escolta. Los disparos más peligrosos del Madrid en los primeros 45 minutos fueron suyos.

Su falta de experiencia (y condiciones) para jugar en el pivote estuvo cubierta por Pablo García, que es un futbolista al que se le pueden negar muchas cosas (yo lo hago), menos el oficio. El uruguayo es como un toque de realidad en un mundo de brillantina, un notario en una orgía. Aporta orden y cierto sentido común, pero no le pidan que se una a la fiesta.

Aunque las más claras ocasiones habían sido del Alavés, el partido era del Madrid, incluso a pesar de su racanería y falta de imaginación. Es tanta la diferencia de calidad entre ambos equipos que daba la impresión de que bastaría un estornudo para desequilibrar la igualada. Y el estornudo fue de Ronaldo.

El gol ya lo hemos descrito y de lo que hizo Ronie antes no hemos dicho nada porque nada hizo. "El gordo camina 70 minutos y luego le llega un balón y la mete", así lo definió el notario García al finalizar el partido y no se me ocurre definición mejor. El segundo tanto fue otro ejemplo de la dinamita que tiene en las botas: ya con el Alavés roto en mil pedazos, aprovechó un pase de Beckham y sentenció el choque. Aún tuvo tiempo de divertirse más y se inventó un gol que era para Robinho, pero el chico, recién incorporado, desperdició el pase por exceso de suficiencia. Guti enderezó la jugada y logró el tercero. Lo celebró con euforia y besos al escudo.

Cucarachas. Al respecto de las celebraciones, quisiera criticar el modo en que Ronaldo festejó sus goles, secundado por Robinho y Roberto Carlos. Aunque estoy convencido de que su intención no era molestar, hacer la cucaracha o el escarabajo pelotero roza la falta de respeto al contrario y es un gesto que no engrandece en absoluto, sino que frivoliza, y dudo mucho que agrade a los propios aficionados madridistas.

Así acabó el partido, con un resultado contundente que para muchos hace innecesaria cualquier explicación y pérfida cualquier crítica. Pero el Madrid sigue sin funcionar, ayer sólo compensó su mala suerte. El Alavés mira a Segunda. Me pregunto de qué sería capaz Ronaldo con un equipo que jugara para él. Con extremos. Vaya, lo dije.

El detalle: Guti no marcaba desde el 16-5-04

Guti fue titular ayer en el estadio de Mendizorroza. El canterano acabó como capitán del Real Madrid tras la sustitución de Raúl y rubricó su actuación marcando un tanto, el tercero de los madridistas. Guti no conseguía un gol en un encuentro oficial con el conjunto blanco desde el 16 de mayo de 2004, en la derrota por 2-1 del Madrid en el campo del Real Murcia.