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Primera | Espanyol 2 - Albacete 1

Los pericos ganan y se acuestan en Champions

Maxi y Tamudo amargan el estreno de Monteagudo

Tomás Guasch
Actualizado a
<b>DANI ABRAZA A MAXI. </b>Y es que el argentino marcó a centro del delantero catalán, que jugó bien.
carlos mira

Los recelos de la afición españolista ante la visita del Albacete (derrota propia en Málaga, estreno de entrenador ajeno y tal y tal y tal) empezaron a disiparse a los cuatro minutos y parecieron archivarse definitivamente a los 22. Una cantada de Valbuena facilitó a Maxi el 1-0 y el rápido Tamudo se impuso a la lenta defensa manchega en el 2-0. No extrañó, pues, que Montjuïc empezara a calentar del derby del martes en el Camp Nou con referencias al Barça, la mayoría impublicables. Para entonces, el Espanyol las daba todas y el Alba, con Quixote en la camiseta, era el equipo de la triste figura: en realidad, no había partido.

Pero de pronto, a los de casa les dio por ponerse a guardar fuerzas e inventar una nueva rotación: se iban yendo del campo la mayoría de jugadores sin que otros entraran en su lugar. Se detectó camino del descanso y se confirmó de salida. El Alba salió mucho mejor, como si Monteagudo hubiera amenazado a los suyos en el descanso con mil maldades, todas merecidas, y Pacheco, que siempre le arma un lío al Espanyol, marcó un golazo y resucitó el interés por un partido que parecía muerto. Le ayudó en la tarea David Sánchez y el despertar de Peralta y Redondo.

De todo. Con el 2-1 pudo pasar de todo, aunque pasó lo más lógico y el Espanyol ganó. Kameni le paró a Francisco el 2-2, pero es que entre Tamudo y Coro desperdiciaron el tercer tanto, que hubiera dado la tranquilidad al españolismo, que se acostó ayer de vuelta a la Champions y con 41 puntos en la jornada 25, dos menos de los que sumó al final de la pasada Liga: lo que cambian los tiempos.

El Espanyol volvió a ganar subido en los clásicos Maxi, Tamudo, Ito y la defensa más un notable Amavisca, y mira ya hacia el Camp Nou. El Alba debió volver a casa enfadado consigo mismo: empezar el partido a los veintipico minutos y 2-0 abajo no es de Quixote. Ni de Sancho. Es un suicidio.