Talento, pasión y... pizarra

Primera | Real Madrid 3 - Mallorca 1

Talento, pasión y... pizarra

Talento, pasión y... pizarra

El rombo de Luxe eleva al Madrid. Guti empezó de suplente Becks acabó de lateral. El Mallorca sólo tuvo a Moyá y Campano. Enfado de Ronie

Para el Real Madrid fue más que una victoria, fue una convulsión. Luxemburgo estrenó sistema, empezó con Guti en el banquillo, acabó con Beckham de lateral derecho y sustituyó a Ronaldo a falta de ocho minutos, lo que indignó al delantero, que se fue rajando al vestuario. Y para rematar el asunto, Solari, el futbolista al que el club se resiste a renovar, consiguió un tanto de bandera. Y lo olvidaba: Samuel marcó un gol. No fue un partido, fue una novela, una saga, Guerra y Paz.

Antes de comenzar con el relato, reseñar que el Mallorca sólo exhibió un estupendo y prometedor portero, Moyá, y un lateral que tira de forma extraordinaria las faltas, Campano. No hubo más, ni centro del campo, ni delantera, un equipo triste al que Cúper entristece todavía más y al que costará mucho escapar de los puestos de descenso.

Poco antes del partido se resolvió la primera incógnita: Gravesen jugaría en lugar de Guti. Acertada o no (creo que no), resultaba una decisión valiente, pues desplazaba al jugador con peso en el vestuario en favor del recién llegado. Sin embargo, descubrirá Luxemburgo, si no lo ha hecho ya, que el problema del Madrid en el mediocampo no se soluciona sustituyendo a Guti por alguien más defensivo, pues no se trata de un problema individual, sino colectivo: no hay centrocampistas puros.

Gravesen, que decepcionó un poco, se situó por delante de la defensa y se limitó a jugar el papel de esas empresas de seguridad que uno contrata para sentirse tranquilo, consciente, por otro lado, de que si los ladrones quieren entrar, entrarán. Si el día de su debut todo fueron parabienes, ayer se le detectaron algunas carencias técnicas que cantan bastante, mucho más si se le compara con Guti. Cúper, que se dio cuenta de ello, ordenó a sus hombres que le presionaran cuando intentaba sacar el balón y el resultado es que le pusieron en algunos aprietos.

Otra de las intrigas del partido giraba en torno a la última aportación de Luxemburgo: el rombo, dibujo que sustituye a los dos rombos anteriores o desnudez total. A grandes rasgos se podría decir que el experimento funcionó, pues sirvió para recuperar a Beckham, que, inclinado a la derecha, completó un partido muy notable, lanzando pases largos en cuanto controlaba el balón (justo lo que debe hacer) y enviando una docena de buenas roscas al centro del área. Lástima para el Madrid no disponer de un delantero cabeceador.

El otro gran beneficiado por el sistema fue Figo, cuya anarquía fue legalizada al jugar de media punta y sirvió, de paso, para empujar a Raúl hacia posiciones más adelantadas, donde será efectivo cuando regrese de su abducción.

Tal vez para solucionar el problema de la falta profundidad por bandas, Luxemburgo propone un sistema flexible en el que las posiciones rotan con tanta rapidez que el rombo se transforma por momentos en dos rombos. Pero lo cierto es que aún así el Madrid jugó bastante bien los primeros 30 minutos y dispuso de algunas ocasiones que acaparó Ronaldo, interesadísimo en cuanto ocurría.

Sin que el Mallorca hubiera disparado una sola vez a la portería de Casillas llegó el penalti. Beckham buscó a Roberto Carlos en un córner y, en sus intentos por controlar el balón, el lateral fue atropellado por Pereyra. Fue una coz absurda, pues Roberto no estaba siquiera apuntando. Figo marcó.

El tiempo que utilizó el Madrid para recuperar el aliento fue el que usó el Mallorca para empatar. Una falta sin aparente peligro la aprovechó Campano para sorprender a Casillas, que colocó mal la barrera (más bien no la colocó) y dejó un palo sin vigilancia. Vuelta a empezar.

La animación.

Hasta ese instante, el partido discurría por cauces más o menos normales, pero en la segunda mitad se desató. Vean. Iuliano, el defensa que fichó el Mallorca procedente de la Juve, se lanzó contra Ronaldo en plan Armaggedon, como si el brasileño fuera un meteorito que amenazara el planeta. El calabrés vio la segunda amarilla (que pudo ser roja o fucsia) y abandonó el campo murmurando cosas que parecían la receta de los spaghetti putanesca, pero no eran.

Luego se anunció cambio en el Madrid, Guti en la banda. Cuando todos esperaban que Gravesen fuera el sacrificado, el rótulo mostró el dorsal de Michel Salgado. Luxemburgo jugaría con dos pivotes (Guti y Gravesen) y Beckham de lateral/interior derecho. Muchos pensaban que esa opción, cuentan que sugerida un día por el presidente, no era más que juego floral, pura ciencia ficción. Pues no lo era. Y no me parece en absoluto criticable el intento, de las pocas variantes por probar si tenemos en cuenta el número de intocables.

Casualidad o no, el Madrid remontó. La verdad es que el equipo ya estaba instalado en el estado de entusiasmo y parecía seguro que lo conseguiría, ayudado por lo que había reculado el Mallorca y por el miedo que traslucía: Cúper dio entrada a Nadal en lugar de Jorge López. El único sin miedo era Moyá, tan inspirado que daba la impresión de que sólo podía ser batido por un penalti o una bala perdida.

Y fue una bala perdida. Samuel resolvió con un zurdazo un barullo en el área y adelantó al Madrid. Si lo hubiéramos visto con perspectiva, nos hubiéramos dado cuenta de que era su noche. Y es que en la primera parte, Romeo le partió la nariz de un cabezazo, circunstancia que no sólo no le retiró del campo sino que le hizo crecerse: los tipos como Samuel juegan mejor con el tabique troceado que con la punta respingona. El central purga sus pecados y ya suma tantos goles (2) como penaltis cometidos.

Esos minutos de alegría local también fueron los mejores de Zidane, muy imaginativo aunque falto de resolución, y confirmaron al tiempo la decadencia del Mallorca, que ni siquiera entonces dio un solo zarpazo.

Pero hubo más. Luxemburgo decidió sustituir a Ronaldo, que estaba enloquecido en busca de un gol que echar a la cara de Cúper. Y no se lo tomó nada bien el delantero, que perdió los papeles y se fue directo al túnel de vestuarios, donde arrojó el chándal que le habían ofrecido. También murmuró la receta de la putanesca. Se admite al Ronaldo divertido y hasta despreocupado, pero es intolerable el Ronaldo caprichoso. El entrenador es firme y se intuye lío.

Owen, que llevaba muy poco en el césped (o en lo que fuera), rozó el gol, pero fue Solari quien lo consiguió. El argentino se sacó un chutazo impresionante y Moyá nos descubrió que había una tercera forma de batirle: con un obús a la escuadra. El Bernabéu se entregó e hizo reverencias al jugador por la belleza del tanto y porque sabe que el futbolista está en la lista negra del club, a pesar de ser el suplente perfecto, el que nunca se queja y siempre cumple. Había mucha crítica en esa ovación.

Aguanta el Madrid el ritmo del Barcelona y Luxemburgo se revela como un entrenador, no sé si bueno o regular, pero de una fuerte personalidad y con capacidad de iniciativa. Por primera vez, se notó su mano en el equipo y me atrevería a decir que también su puño.

El duelo entre Cúper y Ronaldo acabó en tablas. O mejor, perdieron ambos. El entrenador no se liberó de su fama de triste amarrete y el jugador recordó su peor cara, la de genio mimado.

Goles con sabor extranjero

El Real Madrid es el equipo de la Liga con menos goles de jugadores españoles, algo que quedó corroborado en el encuentro de ayer. Figo, Samuel y Solari, tres futbolistas extranjeros, consiguieron los tantos de un Real Madrid en el que Raúl (que lleva cuatro goles) es el único español que ha marcado en lo que va de campeonato.