El Zaragoza pasó la noche cerca del partido y lejos del gol. No, no es una contradicción y lo sabrá bien si usted lo vio. El Austria tenía más miedo que siete viejas, pero esa cautela le fue buena consejera. Apenas cazó una jugada en un rebote y por lo demás pasó la noche pendiente de ver qué hacía el Zaragoza. ¿Qué hizo el Zaragoza? Dominar la pelota sin dominar el ritmo ni imponer el tono del partido. Apenas tuvo una ocasión de Javi Moreno y un par de tirines hacia el final. Otra vez, la tarea gorda se la deja para casa.

Mirando al Zaragoza, la sensación era que el partido estaba maduro. El equipo aragonés era, libra por libra, sencillamente mejor, netamente mejor. Claro que eso quedaba en una trampa visual si a esa teórica ventaja no se le daba sentido. La suerte del partido estaría en un cambio de ritmo.

En ese delicado equilibrio se manejó el Zaragoza en el segundo tiempo. En realidad, también el Austria, pero al contrario. En cierta manera se dejó llevar. Así que cuando todos calculaban ya consciente o inconscientemente, hubo fases de suspensión. Hasta que llegó el inesperado gol de Gilewicz, que nació en un remate que mordió la pierna de un defensa y le quedó al austriaco en ventaja, al borde del fuera de juego. Sólo siendo muy torpe la hubiera fallado. No lo hizo.

Söndergaard: "Era vital que no marcaran"

"Estoy muy contento con nuestro partido, y muy orgulloso del trabajo de mis jugadores. Lo importante para nosotros era que el Zaragoza no marcara ningún gol, porque si no se hubiera complicado mucho el partido. Jugamos con mucha confianza, concentración y aprovechamos muy bien una de nuestra ocasiones".

V. Muñoz: "Se nos hizo difícil jugar"

"El Austria Viena nos impidió que hiciéramos nuestro juego. Nunca pudimos atacar. Nos cerraron los espacios y se nos hizo muy difícil jugar. El empate también hubiera sido un resultado justo, pero el gol premia la concentración y el esfuerzo del Austria. El problema no fue de ambición. Vinimos a ganar, pero no jugamos bien".