Los aficionados que estén dispuestos a gastarse esos 300 euros en una entrada para ver el Real Madrid-Barcelona no tendrán fácil conseguir una entrada, ya que la demanda de billetes por parte de los seguidores es mayor que la oferta de la que disponen los reventas.
En la mañana del miércoles y primeras horas de la tarde, los alrededores del Bernabéu registraban una notable actividad por parte de los reventas, que trataban de vender las últimas entradas en su poder, y de los aficionados que apuraban sus últimas opciones de ver el partido en el estadio.
Algunos reventas han expresado sus quejas por las pocas entradas que tenían en su poder y que no eran suficientes para satisfacer la demanda de los compradores.