Impotentes

Primera | Barcelona 0-Osasuna 1

Impotentes

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ENRIC FONTCUBERTA

El público recibió con tibieza a los jugadores del Barça, pero la derrota le recordó la juerga y todo acabó con pañolada.

No fue el Camp Nou el que dictó sentencia, sino Osasuna. Un gol de Alfredo le dio la victoria al equipo navarro y activó los mecanismos de destrucción que los ecos de la juerga nocturna del Hesperia Madrid no habían sido capaces. El juicio sumarísimo a los sospechosos de tomarse las concentraciones como una reunión con señoras de Cuenca no se produjo antes del encuentro, sino al final. Las pocas pancartas no apuntaban contra el equipo, sino más bien contra los medios de comunicación que ventilaron el asunto del sábado 19. Pero los silbidos, los olés jaleando cada pase de Osasuna y la pañolada sí dictaron sentencia contra unos jugadores, un cuerpo técnico y una directiva cuya credibilidad (la bendita palabra) ha desaparecido.

Todo es posible en este Barça. Lo ha demostrado varias veces esta temporada y lo ratifica cada semana, aunque cada vez con más tendencia a lo peor. El optimismo de los incluso más renuentes, que veían en Osasuna un chivo expiatorio perfecto para tapar el mal rollo de la farra, se esfumó muy pronto. Miguel Ángel Lotina supo dejar impotentes a sus rivales, como en ocasiones anteriores con este equipo o con el Numancia, apelando a unos argumentos sencillos. Tapó a Xavi con Palacios, mandó al tanque Aloisi a obstaculizar la salida de De Boer y arracimó a varios compañeros delante de Unzué.

Sin capacidad de creación, sin espacios en ataque, sin frescura para pensar y sin velocidad en el tránsito de la pelota, el Barça volvió a ser un equipo mediocre. Osasuna tenía suficiente con aguantar el 0-0, que sólo la movilidad y la honradez deportiva de Saviola amenazaba de vez en cuando. El primer tiro del Barça entre los palos que defendía Unzué se produjo superada la media hora, y fue un cabezazo de Christanval que Cruchaga salvó en la línea.

El equipo blaugrana se retiró al descanso con silbidos en la grada. El segundo tiempo puso en acción el carrusel de cambios de Rexach, con los resultados a que el técnico tiene acostumbrada a la parroquia local: todo cambió para peor. Xavi dejó su lugar en el campo a Gerard, pero fue Cocu el que intentó tomar el mando como cuatro. Rochemback entró por Gabri, sin que eso supusiera un movimiento táctico.

El Barça siguió buscando a Rivaldo, pero la vigilancia de Osasuna no mermó. Lotina reaccionó con inteligencia: sin Xavi, era el momento de quitar a Palacios y dar entrada a Iván Rosado. Ahí cambió el partido. El afán ofensivo culé comenzó a dejar más suelto al Pipa Gancedo, que encontró una pequeña sociedad en Rosado. Entre ambos buscaron los espacios que quedaban tras las subidas de Sergi y de Coco, reemplazante de Reiziger, y entre Christanval y De Boer.

En una de esas se atrevió Alfredo, tocó con Rosado, recibió la pared y entró como en la cocina de su casa para batir a Reina entre las piernas. Quedaban diez minutos, y fueron de Osasuna, que contó con los gritos de ánimo de la grada culé, en una esquizofrenia habitual en el Camp Nou. La pañolada fue la sentencia, pero el juicio lo ofició Osasuna. Y fue futbolístico.