Entre tinieblas

Liga de Campeones | Real Madrid 1 - Roma 1

Entre tinieblas

Entre tinieblas

Figo empató de penalti y maquilló otro partido irregular del Madrid ante un Roma de Capello con escasos destellos.

El Roma fue más italiano que nunca en el Bernabéu. Se llevó un empate por lo bien que defendió y por la bobada que se le ocurrió a Zebina quedándose en el suelo simulando una lesión. Dejó a su defensa en inferioridad, Míchel Salgado hizo oídos sordos a la farsa y la jugada acabó en penalti de Cafú. Figo empató y los romanos querían comerse al lateral por antideportivo. Yo creo que el antideportivo fue Zebina fingiendo estar roto, como antes fingió Tommasi... Son italianadas que no llevan a ninguna parte. El Real Madrid encontró en el empate un camino para salir de las tinieblas.

Curiosamente el Madrid debió resolver en la primera media hora, cuando reunía fuerzas e ideas para derrumbar a una zaga romana de cinco hombres. Raúl dispuso de dos goles a puerta vacía, Pavón remató a placer de cabeza ante Antoniolli y Roberto Carlos metió el miedo en el cuerpo con disparos envenenados. Eran buenos tiempos para el Madrid, con Zidane bien acomodado ante Makelele, aunque poco asistido por Celades. En el reparto, Figo siguió haciendo el papel de chico despistado, incapaz de encontrar un sitio y de amaestrar el balón. Con su enredo amargó la primera parte a Salgado, pues el lateral se mató a correr buscando soluciones por ese carril.

En todo caso, el fatal protagonista hasta el descanso fue Raúl. Se dejó el instinto goleador en la caseta. Hasta él mismo se desesperó enrabietado por no mandar a la red un balón limpio a nueve metros de la raya de gol. Y tanto perdonar tiene un precio. Exactamente cinco minutos después Totti apareció en escena. El hombre más aclamado en el actual Calcio culminó un jugadón de Candela por la línea de fondo, dejando sentados a Celades y César.

No fue una sorpresa este tanto, porque el Roma venía pinchando con muchísima intención por la banda de Cafú, donde Roberto Carlos dejaba muchos metros al no tener medio volante. Raúl no se pegó a la raya de cal ni un solo minuto, tal y como estaba previsto. El brasileño confió en Celades y Makelele para guardarle la espalda, pero más bien fue Pavón quien se esmeró y se lució en este cometido. Capello sabía bien, muy bien, que en esta descompensación táctica podría hacer daño al Madrid.

El gol romano dejó una sensación plomiza sobre la atmósfera del Bernabéu. Todo lo bueno visto en la primera parte quedó anulado. Y más aún viendo a Roberto Carlos marcharse a la ducha cojeando. Junto con Hierro, éste por cambio pactado, no volvieron tras el descanso. Y el panorama se puso muy negro. Batistuta se convirtió en un demonio que pudo marcar hasta por tres veces. El Madrid cayó en la vulgaridad. Se desdibujó. Fueron minutos delicados.

Pero el Roma cometió el error de no ir a la lucha y complicarse con artimañas estúpidas. Se olvidó de jugar y sólo faltó Capello defendiendo en el área. Las contras eran escasas, aunque intencionadas por la clase de Totti y Cafú. Y llegó la comentada tontería de Zebina, fingiendo lesión. Salgado siguió a lo suyo, lanzó al área, Cafú cometió penalti y Figo salvó la cara transformándolo. Un empate para ir tirando...